La promesa de los abedules by Enara de la Peña

La promesa de los abedules by Enara de la Peña

autor:Enara de la Peña
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-12-29T09:45:42+00:00


Capítulo 18

Larissa buscó cobijo en el primer portal que encontró mientras se subía la bufanda y se calaba la gorra. Pegó su cuerpo contra la fachada durante unos segundos. «No te ha visto, no te ha visto, tú sigue adelante y continúa como si nada». Resopló y el aire caliente calmó sus fríos labios. Las tareas de vigilancia nunca habían supuesto un problema para ella. Estaba acostumbrada a esperar durante horas en un punto marcado hasta la llegada del objetivo, calculaba mentalmente el tiempo de un lugar a otro y tenía buen instinto para las personas, así que sabía a quién podría hacer un par de preguntas sin que resultara sospechoso. Además, con la práctica había mejorado su visión periférica y enseguida captaba cuándo llamaba la atención y debía pausar el seguimiento, como acababa de ocurrir.

Había confirmado que uno de los guardias era más despierto de lo que aparentaba. Larissa sacó su pequeña libreta negra y anotó su descripción y el lugar exacto en que se había percatado de que ella les seguía. Sabía dónde obtener su nombre y, si era necesario, su dirección y antecedentes. A veces era más fácil deshacerse de sus enemigos ante cualquier indicio de peligro con chantajes o amenazas.

Al otro lado de la calle, las luces del Café Oleneva la atraían con sus dulces promesas de estufas y chocolate caliente. Pero su trabajo no había concluido. Larissa salió de su imprevisto escondite y continuó hacia el puente Pévchesky, por el malecón del río Moyka. Había vuelto a usar ropas de hombre, por lo que su aspecto era el de un muchacho que deambulaba por las calles, haciendo tiempo antes de terminar con los recados que le habría encargado su jefe. Con la gorra, la bufanda y el abrigo de lana, sus ojos eran lo único que tenía a la vista, así que caminaba con la tranquilidad de que nadie la reconocería.

La zona donde se encontraba estaba a unos ochocientos metros de la plaza del Palacio, por lo que el número de personas que se atrevían a enfrentarse al frío en una pausa de la nevada era superior que en su barrio temporal. Larissa era consciente de que habían pasado muchos años desde que recorriera esas calles junto con su madre para bajar hacia la avenida Nevsky y pasar la mañana o la tarde en la galería comercial Passage o en los grandes almacenes Gostiny Dvor. Era fácil vislumbrar el rostro de alegría de Sonya cuando compraba los diseños parisinos y vestía a su hija con las telas más finas. Larissa sonrió de lado al pensar en lo que diría su madre si la viera, con ropas prestadas de varón y el cabello, que consideraba su mayor tesoro, oculto bajo una gorra raída.

Larissa cruzó el puente Pévchesky y continuó hacia la gran avenida de Konyushennaya. Aunque el objetivo viajaba en carruaje con cuatro guardias a caballo, era posible seguir su velocidad avanzando por los rincones de los edificios que no habían cambiado en sus años de ausencia.



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