La cautiva by Inma Bretones

La cautiva by Inma Bretones

autor:Inma Bretones [Bretones, Inma]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2020-03-04T00:00:00+00:00


* * *

Por la tarde, cansado, pero con la casa limpia y recogida, se sienta en la cama y ve colgado en la puerta del armario el vestido para la actuación. Decide probárselo para comprobar que todo esté bien y así darle un repaso con la plancha de nuevo para que los volantes tengan mejor forma y cojan más cuerpo. Al ponérselo, se pone nervioso porque no ha bajado bien la cremallera intenta pasar el brazo a la fuerza y acaba rajando la tela de la espalda. Maldice. No se lo puede creer. Va lo más deprisa que puede, para mirarse en el espejo que hay sobre la cómoda del salón, pero intentando no mover demasiado la zona del rasgón. Al ver que se le ha desgarrado media espalda, se contempla con horror, vuelve a maldecir y se quita el vestido como puede. Se ha puesto tan nervioso que ha empezado a sudar y la tela se le queda pegada a la piel y le resulta aún más difícil sacarse las mangas. «Me lo hice demasiado entallado y mira ahora, a ver cómo arreglo yo esto y la actuación es mañana. Ay, madrecita mía, a ver qué hago yo…», se dice nervioso y sin parar de sudar. Cuando tiene el vestido frente a él y ve la tela de media espalda rasgada se tapa la cara con las manos, destrozado. «No puedo actuar mañana, no tengo qué ponerme, a ver qué hago yo ahora, ay por Dios, ¿quién me manda a mí hacerme un vestido de retales? Si ya lo decías siempre tú, Paquita, que lo barato sale caro. Vaya una mierda, madre mía…», se repite entre susurros con el vestido entre las manos. Se levanta y no puede parar de dar vueltas alrededor de la mesa del comedor desesperado, nervioso y angustiado. Tira el vestido al suelo hecho un manojo de tela y se sienta en el sofá y, clavando los codos en las rodillas, baja la cabeza, que la sostiene entre las manos sin saber qué hacer y sin poder dejar de sudar.

Cuando más desesperado está, llaman al timbre. «¿Quién coño será ahora? Estoy yo ahora mismo para visitas…», piensa con fastidio. Se levanta y, arrastrando los pies con las viejas zapatillas de andar por casa, se acerca despacio hasta la puerta, mira por la mirilla y sorprendido ve que es Macarena y abre la puerta al instante.

—Pero qué sorpresa, mi niña —dice aliviado al verla.

—Hola, papá, es que he salido del colegio y he pensado: voy a ver a mi padre a ver si lo tiene todo preparado para el gran día —le dice con una gran sonrisa después de darle dos besos.

—¿Preparado?

—¿Qué haces tan sudado con el frío que hace en la calle? —le interrumpe sorprendida.

—Calla, calla, que estoy desesperado —le dice haciéndola pasar para cerrar la puerta tras ella.

—¿Y eso? ¿Qué te ha pasado?

—Que se me ha roto el vestido.

—¿Qué dices? ¿En serio?

—Mira —le dice mostrándole la espalda rasgada del vestido sosteniéndolo con las manos.

—Vaya,



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