El misterio de la mujer de azul by Ariadna López-Tévar

El misterio de la mujer de azul by Ariadna López-Tévar

autor:Ariadna López-Tévar [López-Tévar, Ariadna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Romance, LGBTQ+, Lesbian, 2022
ISBN: 9788411804295
editor: HarperCollins Ibérica
publicado: 2023-08-14T22:00:00+00:00


25

Problemas

—¿Pudiste averiguar algo?

Eugenia me interrogaba desde el otro lado de la mesa, con un trozo de pan entre los dedos y una mirada anhelante. Yo pinché con el tenedor un poco de ensalada antes de contestar e intercambiar una mirada rápida.

—El camarero se mostró hermético.

—¿No te dijo nada?

—Sí. Que no lo conocía.

—¿Era un chico latino?

—Solo le faltaba ponerse a bailar bachata.

—Pues te mintió. Fernando hablaba de fútbol con él cada lunes. Son del mismo equipo. Él mismo me lo dijo.

—No sé, entonces, por qué lo niega.

—Te tomaría por policía camuflada.

—Es posible. Tengo toda la pinta.

—Deben estar muy acostumbrados a las redadas.

—El sitio es cutre, aunque no parece chungo —dije, ocultándole a Eugenia lo que me había dicho aquel cliente a la salida.

—Yo no lo conozco, pero Fernando lo nombraba mucho. Se pasaba muchas horas en él y allí coincidía con amigos.

—Un lugar muy interesante para dejarte allí la vida.

—La de Fernando no da más de sí. Amigotes, fútbol, cerveza…

—Y problemas.

—Sí —asintió con pesar.

—Mañana por la noche volveré.

—Sofía, ten cuidado, por favor. Todo este asunto no me gusta nada.

Un silencio tenso sobrevoló por el aire de la estancia, hasta que Eugenia lo cortó con una nueva reflexión.

—Sofía, no quiero que te expongas. Este es un asunto turbio que nos viene grande.

—¿Y qué sugieres?

—He pensado que lo más coherente es ponerlo en manos de la policía. Y nosotras desaparecer por un tiempo.

Reconozco que la oferta me tentó. Me hizo feliz pensar en desaparecer con ella.

—La primera parte está muy bien. Respecto a la segunda, no puedo.

—¿Desaparecer? Unos días solo. Sería lo más prudente para ambas.

Aparté mi plato vacío con seguridad y sin mirarla. Me gustaba aquel tono suyo de dignidad y preocupación, así que opté por tomar mis propios usos para no sentirme en extremo vulnerable.

—Dependo de un ascenso, Eugenia. No puedo dejar mi trabajo en mucho tiempo. No ahora.

—Oh, lo siento —se disculpó—. No soy quién para pedirte algo así. Ha sido una bobada.

—No, no es una bobada. Solo que todo ha llegado en el peor momento.

No quiso ser un reproche de nada. Y más aún cuando fui yo quien tomó la decisión de intentar sacarla del embrollo, pero sonó mal, muy mal. Al menos, para ella.

—Sofía…

—Tranquila.

—No, no puedo estar tranquila pensando en que yo te he metido en esto. Me iré mañana por la mañana.

Todas las alarmas imaginarias que pudieran encontrarse en mi cabeza, rugieron a la vez. No iba a permitir, después de tanto, volver a perderla. Estábamos fraguando una confianza que jamás se hubiera dado en condiciones normales y no iba a dar marcha atrás.

—No puedes hacer eso —le dije—. Encontraremos a Fernando, tarde o temprano —traté de controlar la situación.

—¡Al cuerno con Fernando! La que me importa eres tú.

Mentiría si dijera que aquello no me hizo cosquillas en la boca del estómago. O no estoy segura si más abajo. Necesitaba hacerme con el escenario. Los acontecimientos de los últimos días, que habían pasado de forma muy deprisa, me desbordaban.

—Yo estaré bien. No me voy a exponer al peligro más de lo necesario.



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