Piel de deriva by Paula Farias

autor:Paula Farias [Farias, Paula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2022-09-01T00:00:00+00:00

27

Desvelo

El calor no ayudaba. La noche envolvía a Marcela como un paño húmedo y su cabeza era incapaz de detenerse, en un atropello de cosas pendientes. Si todo iba bien, al día siguiente les estregarían el Titán y ella cogería el mando. Acababa de comprobar la posición en las páginas de tráfico marítimo, el barco estaba ya a pocas millas y al amanecer entrarían a puerto. Sabía que le aguardaban días de frenesí y que necesitaba dormir al menos unas horas, pero era incapaz.

Marcela, la pequeña de seis, y con un abuelo marino al que no conoció, pero que se colaba en las conversaciones familiares con la textura de la fruta fresca. También una vocación temprana en la que le costaba separar cuánto había de mar y cuánto de desplante ante esa vida prevista. «La niña, que ahora dice que quiere ser marino». Un capricho que fue a más y que dejó de ser capricho cuando la mar se le metió de verdad en los huesos.

Después, la dificultad. Habitar un mundo de hombres donde es complicado que una voz de mujer se escuche, menos aún cuando la mar se embrava y despierta lo más atávico de cada uno, esos milenios de memoria colectiva. Pero ella, a base de mucho tesón, de mucho apretar los dientes, había conseguido ese respeto, ese saber que la tripulación sigue tus instrucciones sin que haya nerviosos cruces de miradas, sin que se cuestione tu saber hacer.

Sin embargo, a pesar de tener ganado el respeto, nunca había pasado de primer oficial, un puesto desde donde le sacaban el jugo a todo lo que sabía sin llegar a hacerle la concesión definitiva, un permanente escozor en su orgullo. Eso y la determinación de no estar dispuesta a abandonar el ring, bajo ninguna circunstancia.

Y ahora, por fin, un mando. Por fin iba a comandar un buque. Y no solo eso, también una misión difícil, comprometida. Convertir el Titán, el viejo remolcador, en barco de rescate; salir a buscar almas a la deriva, cubrir las ausencias de una Europa que miraba hacia otro lado; patrullar la franja donde se producían los naufragios, encontrar embarcaciones y rescatarlas antes de que pasaran la línea de patrulla porque más allá ya no habría quien los pudiera asistir. Una misión que requería pericia marinera, saber leer las corrientes, el viento, el mar de fondo. Eso y también una actitud. Un carácter.

Con todo, su arranque como capitana no podía ser más épico. Una ocasión para marcarse a fuego, para salir con una buena cicatriz, para callar tantas bocas.

Pero a punto de lanzarse a lo desconocido, sintiéndose como una niña a un paso de estrenar juguete nuevo, Marcela estaba teniendo dificultades para encontrar el equilibrio entre el regocijo y la contención.

Y así, con la noche a medias y en su desvelo, regresa a las historias sobre su abuelo. Una conversación telefónica de hace unos días con su hermano Roque, el mayor, siempre con su afán de pontificar.

—Tú lo que quieres es rescatar a los náufragos del viejo.

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