(Wild Cards 04) El Viaje De Los Ases by George Martin

(Wild Cards 04) El Viaje De Los Ases by George Martin

autor:George Martin
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sf
ISBN: 9788448016593
editor: www.papyrefb2.net


♥

Eran más de las nueve cuando Danforth emergió semidormido del portátil edificio principal. Jayewardene ya llevaba dos tazas de té pero todavía se movía con lentitud, como si estuviera el cuerpo envuelto en barro.

—Señor Danforth. Debo hablar con usted antes de irme.

Danforth bostezó y asintió.

—Bien. Mire, antes de que se vaya quiero tomar algunas fotos. Ya sabe, con el equipo completo y el simio. Para entregarle algo a las agencias de noticias. Le agradecería mucho que usted apareciera en la foto también. —Danforth bostezó de nuevo, abriendo la boca aún más—. Dios, necesito un café. Los muchachos deben de tenerlo todo preparado. Estaré libre unos minutos después de eso, y entonces podremos discutir lo que quiera.

—Creo que sería mejor que lo discutiéramos ahora, en privado. —Miró en dirección a la selva—. Tal vez debiéramos dar un paseo, lejos del campamento.

—¿En la selva? De ningún modo. Oí que mataron una cobra ayer mismo. —Danforth retrocedió—. Hablaré con usted después de las tomas publicitarias, no antes.

Jayewardene bebió otro sorbo de té y caminó hacia el camión. No se sorprendió ni se molestó ante la actitud de Danforth. El hombre tenía el peso de un proyecto de varios millones de dólares sobre los hombros. Ese tipo de presión distorsionaría los valores de cualquiera, le asustarían los errores.

La mayor parte del equipo ya estaba reunido frente al gigantesco animal. Paula estaba sentada al frente, mordiéndose las uñas mientras miraba el programa de producción. Se arrodilló junto a ella.

—Veo que su majestad le ha convencido para venir a pringar con el resto —dijo la mujer sin levantar la mirada.

—Eso me temo. Parece que no has dormido bien.

—No es que no haya dormido bien. No dormí, punto. Estuve con Roger y el señor D. toda la noche. En fin, viene en el lote. —Echó la cabeza hacia atrás y la giró para hacer un movimiento lento y circular—. Bueno, tan pronto como lleguen Roger, Robyn y el jefe, podremos terminar con esto.

Jayewardene se terminó el resto del té. Más tarde, durante el día, estaba programada la llegada de un camión lleno de extras, la mayoría cingaleses, con algunos tamiles y musulmanes. Todos hablaban inglés, lo que no era raro, dada la presencia británica en la historia de la isla.

Danforth apareció, arrastrando a Roger. El productor miró al grupo y entrecerró los ojos.

—El mono está mirando hacia el lado equivocado. Que alguien le dé la vuelta a ese camión.

Un guardia vestido de gris hizo una señal con la mano, saltó al interior de la cabina y encendió el motor.

—Bien. Atención todos, quítense de en medio para que podamos hacer esto rápido. —Danforth les indicó mediante señas que se acercaran a él.

Alguien silbó y llamó la atención de Jayewardene: Robyn caminaba hacia el grupo. Llevaba un vestido largo, plateado, muy ceñido. No sonreía.

—¿Por qué tengo que vestirme con esto ahora? Ya será bastante odioso tener que usarlo durante el rodaje. Es probable que me dé una insolación. — Robyn puso las manos en las caderas y frunció el ceño.



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