El archivo de atrocidades by Charles Stross

El archivo de atrocidades by Charles Stross

autor:Charles Stross [Stross, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2004-05-28T04:00:00+00:00


* * *

Por la pantalla de vídeo danzan sombras difuminadas, texturas grises y negras semejantes a terciopelo desgarrado extendido sobre cenizas volcánicas. En el suelo, ante mis pies, se despliega la bobina de cable, serpeando hacia la oscuridad. Hutter, la técnica de equipamiento, se encorva sobre el panel de control como una adicta a los videojuegos, manejando el joystick con las manos enguantadas. Estoy detrás de Alan, que es el que tiene silla de pista, y me inclino sobre él para ver mejor. Tengo que inclinarme porque la mochila es una mole de treinta kilos que me empuja hacia delante en cuanto se me ocurre siquiera pensar en relajarme.

—Avanza un metro. Ahora haz una panorámica hacia la izquierda.

La imagen de la pantalla da una sacudida. Se oye el gemido débil del aire al pasar por la puerta y del cable al desenrollarse, luego el paisaje empieza a rotar en el visor. Vemos más escombros grises y borrosos, y luego un horizonte que se precipita hacia un mar distante. La cámara sigue rotando hasta que se ve la parte trasera del robot y el cordón umbilical blanco que arrastra, perdiéndose en el lateral de un muro que está fuera de lugar allí. No hay luz suficiente para examinar el muro, ni suficientes líneas de exploración: la cámara es de visión nocturna, pero aquí solo contamos con la luz de las estrellas. La cámara continúa su recorrido hasta que vuelve a su posición inicial. No hay señal alguna de vida.

—Parece despejado —susurra alguien en mi oído, una voz empequeñecida y medio enmascarada por la estática.

—Si quieres entrar el primero, no tienes más que presentarte voluntario —dice Alan, cortante—. Mary, ¿ves algún punto caliente?

—Nada —informa la técnica.

—De acuerdo. Rumbo cero seis cero, avanza diez o hasta que veas algo; luego detente e informa.

Mary continúa y el robotito se lanza hacia delante por el paisaje gris y negro del otro lado del portal.

—Presión atmosférica, diez pascales. Temperatura ambiente… el termopar da error, el FLIR no da señal, pero el sensor de respaldo indica que anda entre los cuarenta y cinco y los sesenta Kelvin. El análisis gravimétrico es similar al terrestre. Mmm… Me preocupa la energía, jefe. La carga de la batería es normal, pero perdemos potencia; creo que hay peligro de que se congele por completo. Nunca hemos diseñado un robot apto para esta clase de entorno; hace más frío que en Plutón en verano.

Alguien silba hasta que Pike le dice que se calle.

—¿Cómo afecta esto a nuestro modelo de entorno? —pregunta Alan en voz alta—. Los trajes solo están certificados para una temperatura mínima de ciento veinte Kelvin.

Se oye un carraspeo.

—Aquí Donaldson. Creo que no habrá problema, señor. Solo entraremos en contacto con el suelo con los pies, que están muy bien aislados y calefactados. Al no haber aire, tampoco hay pérdida por convección, y no se irradia más rápido porque el ambiente esté más frío. Nuestros reguladores usan un bucle de contracorriente para calentar el aire entrante con lo que espiremos, así que no hay riesgo de que se congelen.



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