Una novia impetuosa by Caroline Anderson

Una novia impetuosa by Caroline Anderson

autor:Caroline Anderson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2001-08-09T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 6

LO TIENES todo? —Sí, lo tengo todo —dijo Lydia y luego tuvo un momento de vacilación—. Bueno, no todo exactamente, pero me diste a entender que no iba a necesitar muchas cosas. Llevo un vestido, un traje de baño y una toalla, una muda y mis cosas de tocador, ¿vale?

—Espero que valga. Vamonos enseguida antes de que encuentren algo más que encargarte.

—Estoy segura de que podrán organizarse sin mí —dijo secamente, muy contenta de alejarse de los preparativos de la boda que eran como frotar sal en una herida abierta. No sabía qué era peor, si ver a Mel y Tom y envidiar su felicidad o estar con Jake y pensar en lo que podría haber sido.

El sentido común la decía que ninguna de las dos cosas era buena para ella, pero por el momento allí estaba, al lado de él y no tenía ganas de discutir consigo misma.

El coche avanzaba suavemente y ella estaba feliz de relajarse y dejar pasar los kilómetros sin hablar. Era extraño, pensó, parecía que cuando se llevaban mejor era cuando no hablaban.

Recogieron el vestido y llegaron pronto a Londres, cruzaron el Puente de la Torre y enseguida se encontraron en su apartamento. Ella había tenido razón al pensar que era un lugar de prestigio, pero era más que eso. Era un hogar, su hogar, lleno de sus cosas, y tenía un toque personal que la casa de Suffolk no había logrado aún, ni lograría dado que iba a venderla. Allí estaba el auténtico Jake Delaney, el hombre que ella no había conocido y su curiosidad no tenía fronteras.

Sus ojos se posaron en todos los detalles, en las enormes puertas correderas que daban a una galería acristalada sobre el río, a la escalera de caracol de hierro negro que llevaba a un segundo nivel construido a un lado que tenía debajo una zona de cocina y una puerta que probablemente llevaba a los dormitorios.

¿O dormitorio? El corazón empezó a latirle y se forzó a tranquilizarse. Ella podía dormir en el suelo si fuera necesario, si quería hacerlo.

Paredes blancas, suelos de madera blanqueada, vigas de hierro negro. Todo era muy moderno y al mismo tiempo conseguía ser hogareño de una forma extraña.

—¿Una taza de té?

—Gracias.

Salió a la galería y aspiró el olor del río y escuchó el bullir de la ciudad, se sentía fascinada.

—Desde aquí puedes ver el Puente de la Torre, a tu izquierda.

—Se está muy bien aquí.

—Pareces sorprendida.

—Estoy sorprendida. No porque sea maravilloso, sino porque me guste, que no sea tan frío y ultra moderno que me haga sentir incómoda.

—¿Te sientes cómoda?

—Sí. Es un lugar extraordinariamente tranquilo teniendo en cuenta que está en el centro de Londres. Ya entiendo por qué pasas más tiempo aquí —sus miradas se cruzaron y algo apareció en el fondo de los ojos de él.

—Te enseñaré tu cuarto. No tiene balcón pero sigue dando al río y tiene su propio cuarto de baño.

Al igual que el resto del apartamento, era una habitación muy sencilla, casi monástica. Una cama



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