Jaque a la Reina by Roma Amore

Jaque a la Reina by Roma Amore

autor:Roma Amore [Amore, Roma]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 8

—Buenos días, amor.

Ojala hubiera podido notar lo dulce que era su voz y la manera protectora en que la tenía acunada entre sus brazos, pero Alex sólo notaba al herrero del infierno martillando dentro de su cabeza. No se dio cuenta de donde estaba ni cuando su móvil volvió a sonar y él se lo entregó con algo de disgusto por la intromisión inoportuna en su paraíso privado.

—¿Dónde mierda te metiste? Papá está vuelto loco de preocupación y yo estoy muy tentada de darte una paliza inolvidable.

—¿Gala?

—¿Quién más? Dime en este mismo instante que estás bien y seguidamente dónde te encuentras.

—Estoy... mmmmmm.. —y por fin lo distinguió delante de ella con expresión preocupada— ¡Con Morgan!

—¡¿Qué?! Vaya, esto sí que es increíble, me habría esperado cualquier otra cosa antes de...

—Me voy en seguida. En un momento estoy en casa.

Sin querer escuchar más de esa reprimenda, pues por el tono y volumen de voz de su hermana estando enfurecida se habría sorprendido que no se escuchara todo a un kilómetro a la redonda, colgó y de un salto salió de la cama sólo para notar con horror que estaba absolutamente desnuda.

—¿No puedes convencer a Gala para quedarte un poco más?

—¿Acaso estás loco? —Cogió por la punta el cobertor y se cubrió con él— No sé ni qué diablos hago aquí contigo... tengo clara la calaña de tipo que eres, pero jamás pensé que te aprovecharas de una mujer medio ebria...

—¡¿Aprovechado?! No sé qué ha sucedido contigo ni de qué me acusas, pero lo que pasó ayer por la tarde, anoche y esta madrugada no tuvo nada de involuntario.

—Estás de broma, ¿verdad?

—Ni por un segundo —entonces él también salió de la cama desnudo, trayéndole de golpe varias pinceladas de recuerdo de lo que había sucedido entre ellos, se puso a recoger la ropa de Alex y se la entregó con gesto cercano a la ira, aunque con algo más— Visto lo visto, puedes pensar que te obligué, o que aproveché tu borrachera o lo que quieras. Lo que sí sé es que voy a ducharme y cuando salga me lo vas a aclarar todo de una maldita vez... o puedes huir, pero si lo haces no vuelvas a buscarme nunca.

Y dicho aquello, abrió la puerta del baño y la cerró de un portazo tras de sí. Eso no estaba nada bien, aunque por los sutiles y placenteros dolores que tenía en distintas partes del cuerpo dedujo que su vívida fantasía había sido satisfactoriamente materializada... ¡Y unas cuantas veces!

—¡Estúpida! ¿Qué diablos has hecho?

Por supuesto que se fue, pero no sin antes dejarle sus impresiones claramente explicadas con lápiz labial en la blanquísima funda de la almohada: MENTIROSO.

—Alex, la verdad no sé qué decirte. No sé si reprenderte o felicitarte. Sin duda no por tu irresponsabilidad, pero con lo sucedido ya habrás podido distinguir quién es él, ¿verdad? Sin contar que te lo habrás pasado de maravillas en el ínter tanto.

—No lo creo, Gala. La verdad fue todo... lo de esta mañana no fue agradable y para colmo cometí un acto de insuperable infantilismo.



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