Bonjour, mi amor by Ana E. Guevara

Bonjour, mi amor by Ana E. Guevara

autor:Ana E. Guevara [Guevara, Ana E.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-24T00:00:00+00:00


Capítulo 12

¿Os acordáis de aquella sensación de tener mariposas en el estómago solo de pensar en una persona? ¿Ese quedarte embobada con una sonrisa bobalicona mirando al vacío durante horas? ¿Ese imaginarte el futuro juntos desde ahora hasta tu último aliento? Pues yo no tenía ese sentimiento desde los catorce años, cuando me enamoré de un chico dos años mayor que yo que iba a mi instituto y que no sabía ni que yo existía. Y ahora volvía a recuperar todas aquellas sensaciones olvidadas desde hacía años.

Cuando Julie y Jeanmi terminaron de esquiar, nos encontraron haciendo manitas en la terraza del bar de la estación. Mi compañera de piso tuvo la decencia de no decir nada, pero el francés no pudo contenerse y se pasó todo el viaje de vuelta soltando pullas y bromas. Me daba igual porque estaba feliz. Al llegar a casa se lo conté todo a Julie, que, entre risa y risa, me daba abrazos y me decía lo contenta que estaba de verme feliz.

Y así pasó una semana entera. Una semana en la que yo veía a Séb cada mañana en la panadería y algunas tardes al salir del trabajo. Una semana en la que la huelga de metro ya no me molestaba, al contrario, me daba tiempo para releer los mensajes que me había enviado mientras el tren estaba parado entre dos estaciones. Una semana en la que mis alumnos tuvieron que hacer redacciones sobre el amor y estar enamorados. Una semana en la que incluso llegó a parecerme que monsieur Blanchet estaba más amable de lo habitual. Tal era mi estado de ánimo.

Ese día había quedado con Sébastien al terminar el trabajo. Fuimos paseando de la mano como dos enamorados hasta Balthaz’art, el restaurante que estaba de moda en la Croix Rousse. Un coqueto bistró que se encontraba en una de las calles adyacentes a la plaza del Grand Caillou. Con un ambiente que mezcla perfectamente el estilo antiguo con toques de modernidad, y una carta limitada pero excelente, este restaurante se había convertido en uno de mis favoritos desde que Julie me llevó a cenar ahí pocos días después de mi llegada al país galo.

Entramos al acogedor salón donde un papel pintado de hojas con multitud de fotografías y cuadros decoraba la pared del fondo. Las mesas eran todas distintas y los camareros llevaban camisetas a rayas blancas y azules, como si fueran los marineros del anuncio de la colonia Le Male de Jean-Paul Gaultier.

—Me encanta este sitio, me sorprende que lo conozcas —me dijo Sébastien cuando nos sentamos a la mesa.

—¡Eso es ofensivo! ¿Lo dices porque soy extranjera? —respondí picándolo.

—No… Yo… A ver…

—No te preocupes, recuerda que soy española. —Me miró sin comprender—. Lo primero que hacemos al llegar a un nuevo sitio es saber dónde se encuentran los bares y restaurantes que merecen la pena. Y aprender insultos, eso también se nos da muy bien, aunque seamos unos desastres en idiomas —le dije con una sonrisa.

—Entonces debes ser más lionesa que yo, porque apenas conozco dos o tres sitios.



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