Una maldita historia by Unknown

Una maldita historia by Unknown

autor:Unknown
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: antique
editor: papyrefb2tdk6czd.onion
publicado: 2019-06-01T22:00:00+00:00


Vi cómo una máscara de dureza e inflexibilidad sustituía cualquier otra expresión en su cara y sus ojos se volvían negros.

—Me has espiado..., me has seguido...

No salía de su asombro. En cierto modo yo tampoco: no me podía creer todo lo que la muerte de Naomi me había llevado a hacer en cuestión de pocos días. Me di cuenta de que, si nunca había insistido más en los interrogantes relativos a mis orígenes, era en buena medida porque Liv me había cortado cada vez... Y porque ella era la persona que más me impresionaba y me paralizaba del mundo. Mi madre adoptiva, esa soberana absoluta...

Entonces ocurrió algo. En un arranque de orgullo, convencido de que era entonces o nunca, y de que estaba en mi derecho, erguí la cabeza.

—¿Quién es? —repetí—. Por teléfono dijiste que creías que nos habían encontrado. ¿De quién hablabas? ¿Por eso no puedo poner mi foto en Facebook? ¿Ni en internet? ¿Para evitar que nos encuentren? ¡Responde!

Iba a hacer como de costumbre —enviarme verbalmente contra las cuerdas—, cuando la mano de France se posó en su brazo, ligera como una pluma. Mamá Liv se volvió hacia ella; France intervino entonces en lenguaje de signos, con precipitación, como cuando las palabras se agolpan en los labios.

«Creo que ha llegado el momento de contárselo —comprendí que le decía—. Creo que Henry tiene derecho a saberlo. Tiene dieciséis años, Liv. Hay que explicarle lo que ocurre. No tenemos derecho a seguir ocultándoselo... Es hora de decírselo... Es el momento...»

Liv volvió hacia mí su mirada implacable.

Con el paso de los años, había aprendido a descifrar sus estados de ánimo, a comprender sus mecanismos. A Liv no le gustaban los matices; le gustaba lo blanco y lo negro. No era dada a comprender y a perdonar. Su rasgo fundamental era la inflexibilidad. Lo que se le daba bien era juzgar. Separar los buenos de los malos, los amigos de los enemigos... Como en ese famoso dicho: «Conmigo o contra mí.» Con Liv, uno tenía que elegir un bando u otro. Y en caso de error, no disponía de una segunda oportunidad.

Cada hogar tiene sus reglas tácitas. Cada familia conforma por sí sola un país y un gobierno, donde reinan leyes que no rigen en la casa de al lado, decenas de pequeñas convenciones y costumbres que, al abrigo de las miradas, garantizan su unidad. La nuestra no era una democracia, desde luego. De repente, el pensamiento tomó forma por sorpresa en mi interior, claro, límpido, cortante. Me dije:

«La odio, la detesto. No es mi madre...»

Esa evidencia me dejó sin aliento; durante unos segundos, observé a Liv y tomé conciencia de que ya no le tenía miedo. Mamá France me sonrió. La indulgencia, ausente en Liv, era en ella tan vasta como el océano que se extendía fuera. Estoy convencido de que France podría habérmelo perdonado casi todo... Incluso el asesinato de Naomi, en caso de que hubiera sido yo el culpable. Con las manos cruzadas encima del corazón, apuntó hacia Liv con la barbilla.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.