Una estrella para Bettina by Barbara Cartland

Una estrella para Bettina by Barbara Cartland

autor:Barbara Cartland [Barbara Cartland]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela, Bantam
publicado: 2016-06-18T16:48:47+00:00


Capítulo 5

Después de que Rose salió del camarote, Bettina recordó que tenía que coser el cuello de encaje de uno de sus vestidos que se había desprendido un poco. Hubiera podido pedir a Rose que lo hiciera, pero la doncella parecía tan contenta y preocupada por sus propios asuntos, que Bettina decidió hacerlo ella misma.

Buscó su estuche de costura y se puso a la tarea. Pensó, mientras enhebraba la aguja, que si se casaba con Eustace Veston probablemente pasaría buena parte de su tiempo cosiendo, no bonitas telas, sino burdas prendas para los pobres.

Se preguntó por qué la gente como lord Eustace siempre hacían que los pobres se sintieran insignificantes y serviles. No les permitían sentimientos ni voluntad propios y esperaban que obedecieran a ciegas cuanto decidían por ellos.

Recordando la historia de la abuela de Rose, se dijo que la forma en que había sido tratada era la típica de ciertos reformadores con los pobres.

Tenían buenas ideas, pero se equivocaban en el modo de aplicarlas, por su afán de obligar a los humildes a hacer que, desde una posición de autoridad, consideraban conveniente para ellos, sin tomar en cuenta sus opiniones ni pedirles cooperación.

Lanzó un suspiro. Estaba segura de que si ella exponía esas ideas a Eustace Veston, éste no la escucharía.

Se abrió la puerta y su padre entró en el camarote. Ella levantó la cabeza con una sonrisa de bienvenida; pero, al ver su expresión, preguntó inquieta:

—¿Qué ha sucedido?

Sir Charles cerró la puerta y se acercó a la tronera del pequeño camarote, como si necesitara aire. Se quedó unos momentos mirando el mar azul y al fin habló:

—Tengo algo que decirte, Bettina.

—¿De qué se trata, papá?

De nuevo hubo una pausa antes de que sir Charles dijera:

—Acabo de estar con el duque.

—¿Sí? —preguntó Bettina, con un repentino temor de que el duque hubiera cambiado de opinión acerca de Rose y Jack. ¿Y si, después de todo, estaba de acuerdo con lord Eustace y había decidido castigarlos en la forma sugerida por su hermanastro?

Mientras permanecía sentada, con los ojos muy abiertos y fijos en su padre, éste se volvió hacia ella y dijo:

—El duque me ha pedido que te diga, Bettina, que desea casarse contigo.

Por un momento, Bettina creyó que no había oído bien a su padre. Luego el vestido que estaba cosiendo se desprendió de sus manos y, de forma automática, ella se las llevó al pecho, como para acallar su tumulto repentino.

Con voz que sir Charles apenas pudo oír, preguntó:

—¿Es… es una broma, papá?

—No, Bettina, no lo es. El duque me ha dicho muy claramente que te desea como esposa. Por supuesto, él hablará contigo; pero ha pedido mi permiso y, desde luego, yo se lo he dado de todo corazón.

Como si lo que había tenido que decir le hubiera resultado abrumador, sir Charles se sentó en la cama.

—Casi no puedo creerlo… —dijo—. Que tú te casaras con Varien era algo que nunca, ni en mis más locos sueños, me imaginé. Me parecía que aspirar a Eustace era ya picar muy alto.



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