Un amor para siempre by Nora Roberts

Un amor para siempre by Nora Roberts

autor:Nora Roberts [Roberts, Nora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1985-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo VII

A las ocho, estaba agotada y no precisamente del mejor humor. Se había pasado casi cuatro horas amasando, enrollando, rellenando y horneando. A menudo invertía el doble de tiempo y de esfuerzo en perfeccionar un solo plato. Pero eso era arte. Aquello, en cambio, había sido simple y puramente trabajo físico.

No sentía la excitación del triunfo, ni el fulgor de la satisfacción personal, sino simple cansancio. Una cocinera de batalla, pensó desdeñosamente. Aquello era casi como producir comida industrial para el consumo de masas. En ese momento, se habría alegrado de no volver a ver jamás el interior de un huevo.

—Supongo que habrá suficiente para la cena y para el servicio de habitaciones de esta noche —le dijo a Max con aspereza mientras se quitaba el delantal manchado. Observó con mirada crítica una hilera de tartaletas de frutas. La forma de muchas de ellas era imperfecta. De haber tenido tiempo, las habría desechado y habría hecho otras nuevas.

—Quiero que alguien hable con personal a primera hora de la mañana para que contraten dos reposteros más.

—El señor Cocharan ya se ha puesto en contacto con ellos —dijo Max secamente. No estaba dispuesto a ceder ni un ápice, pese a que la rapidez y la eficacia de Summer le habían impresionado. Se aferraba con uñas y dientes a su resentimiento, aunque debía admitir, aunque fuera sólo para sí mismo, que Summer hacía el mejor pastel de melocotón que había probado nunca.

—Bien —Summer se pasó una mano por la nuca. Tenía la piel húmeda y los músculos agarrotados—. Mañana a las nueve, Max, en mi despacho. A ver si podemos organizarnos. Ahora me voy a casa a meterme hasta mañana en un buen baño caliente.

Blake había estado apoyado contra la pared, mirándola trabajar. Le fascinaba ver que una artista tan temperamental como Summer era capaz de arrimar el hombro y ponerse a trabajar a marchas forzadas. Ella le había demostrado dos cosas que no esperaba: su celeridad y su falta de histrionismo a la hora de encarar una situación crítica, y su calmosa resignación ante la evidente tirantez que gobernaba sus relaciones con Max. Por más que hiciera el papel de prima donna, cuando se veía contra la pared se las apañaba muy bien.

Blake dio un paso adelante cuando ella se quitó el delantal.

—¿Te llevo?

Summer miró por encima de él mientras se quitaba las horquillas del pelo, que cayó sobre sus hombros, revuelto y un tanto húmedo por el calor.

—Tengo mi coche.

—Y yo el mío —su prepotencia, con una leve traza de frialdad, seguía allí incluso cuando Blake sonreía—. Y una botella de Dom Perignon del 73. Mi chófer puede ir a buscarte por la mañana.

Ella se dijo que sólo le interesaba el champán. La sonrisa despreocupada de Blake no tenía nada que ver con su decisión.

—¿Bien frío? —preguntó, arqueando una ceja—. El champán, quiero decir.

—Desde luego.

—Está usted de suerte, señor Cocharan. Yo nunca le digo que no al champán.

—El coche está fuera, en la parte de atrás —él la tomó de la mano, en lugar de darle el brazo, como ella esperaba.



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