Todos los dias de mi vida by Jane Porter

Todos los dias de mi vida by Jane Porter

autor:Jane Porter
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2003-08-09T22:00:00+00:00


Capítulo 7

Nápoles era una ciudad preciosa a cualquier hora del día, pero tuvieron suerte de llegar al atardecer, cuando estaba iluminada por un sol rojo como el fuego.

Se alojaron en el lujoso hotel Excelsior, desde cuyos balcones podían ver el Vesubio, y después de ponerse zapatos cómodos salieron a explorar las viejas calles de la ciudad como miles de turistas.

Marco era un apasionado de Nápoles y le encantaba hacer de guía turístico. Su difunta madre era napolitana y él había visitado mucho a sus abuelos maternos y a sus tíos en la costa de Amalfi.

Con las niñas cómodamente sentadas en los cochecitos, Marco y Payton visitaron algunas de las iglesias más famosas antes de explorar Castel Nuovo, una fortaleza del siglo Xlll que se convirtió en el palacio real durante el siglo XV.

Era lógico que Ñapóles fuese llamada «la corona más hermosa», pensó Payton cuando salían del palacio real. Había tanta cultura allí... Restos griegos, romanos, obras maestras. Y una gran abundancia de belleza natural.

Pero el paseo había agotado a las niñas e incluso ella estaba deseando tumbarse un rato antes de cenar.

Marco había reservado una suite de dos habitaciones y Payton metió a las niñas en la cama antes de reunirse con él en el salón.

—No sabía que tú también querrías acostarte. Vete al dormitorio, yo me tumbaré un rato aquí.

—No vas a dormir en un sofá cuando eres tú quien paga el hotel.

—El dinero no tiene importancia —replicó él, impaciente—. ¿Por qué dices eso? ¿Por qué mencionas el dinero? El dinero puede comprar muchas cosas, pero no puede comprar la felicidad. Ni la calma. Y eso es lo más necesitamos ahora mismo: calma. Y una semana de descanso con las niñas.

Cuando decidía algo, nadie podía compararse con él. Aquel era el Marco en el que Payton confiaba.

—Estoy de acuerdo.

—¿Cuándo vas a contarle a las niñas lo que pasa? —preguntó él entonces, dejándose caer en un sillón.

—No lo sé.

—No puedes dejarlas aquí sin explicar por qué te vas. No sería justo.

—No voy a decirles que estoy enferma. No quiero contarles que tengo la enfermedad que mató a mi madre. Ellas saben lo que pasó y no quiero que se asusten.

—Pero se asustarán de todas formas cuando te vayas a San Francisco.

—Por eso necesito que cuides de ellas, que les des todo tu cariño y toda tu atención. Sé que ahora mismo tienes mucho trabajo y que yo estoy añadiendo una carga más...

—¡Payton, por favor! —la interrumpió Marco—. ¿Qué clase de monstruo crees que soy? Las niñas no son una carga para mí. Nunca lo han sido y tú tampoco.

Ella lo miró, sorprendida.

—¿No?

—Nuestro matrimonio no fue la gran tragedia que tú imaginas. Para mí, casarme contigo no fue algo negativo. Se hizo difícil después, pero no al principio. Me casé porque quise hacerlo.

—Pero...

—Pero nada. No me habría casado si no sintiera algo por ti, Payton. No me habría casado solo porque estabas embarazada.

Payton parpadeó, sin saber si reír o llorar. Sentía algo cuando se casó con ella. ¿Eso era bueno



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