Tinta by Amanda Sun

Tinta by Amanda Sun

autor:Amanda Sun [Sun, Amanda]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenil Fantasía Urbana
ISBN: 9788493971724
editor: Oz Editorial
publicado: 2014-12-19T23:00:00+00:00


Faltaban tres semanas para las vacaciones de verano, y cada vez que visitaba Toro Iseki, las ambiciones de Tomohiro crecían. Dibujaba pájaros, árboles, tortugas y conejos. Le pedí que intentara tachar los dibujos un poco más despacio, para ver si así era menos traumático de ver, pero no parecía funcionar. Todos caían en redondo como si les hubieran arrancado el alma. Y la tortuga tuvo tiempo de llevarse un trozo de mi dedo antes de caer, la muy ingrata, así que abandoné mis planes de dibujar humanos. Tomohiro seguía insistiendo en que aquellas criaturas no eran más que pensamientos, así que eso me hacía sentir un poco mejor. Como también lo hizo buscar recetas para hacer sopa de tortuga.

—Sólo son extensiones de mí mismo, creo.

—¿Y qué parte de ti quería morderme? —pregunté burlona.

Fue un error. En sus ojos apareció aquella mirada pícara, y me dedicó una sonrisa malvada.

—Vale, crece un poco. No me refería a eso.

—Oh, por favor. Es evidente lo que sientes por mí. —Se pasó una mano por el pelo—. No puedo culparte.

—Puf —dije—. Qué modesto eres. Me resulta tan atractivo...

—Bueno, debe de estar funcionado —respondió—, porque tú eres la que coquetea conmigo.

—¡Yo no estoy ligando contigo! Tu estúpido animal me ha mordido.

—Y por eso lo he eliminado.

—Bueno, gracias.

Le brillaron los ojos cuando tomó mi mano en la suya, y a mí casi se me paró el corazón.

—No hay de qué.

Yuki me invitó a ir con su familia a la isla de Miyajima un par de semanas durante las vacaciones de verano. Su hermano mayor estaba trabajando allí, y me pidió que fuera para no aburrirse como una ostra.

La humedad del verano japonés acabó con las pocas energías que me quedaban para ir a kendo, y apenas conseguí realizar los katas de entrenamiento. Pero Tomohiro e Ishikawa hacían cien flexiones sin quejarse, acababan vuelta tras vuelta de sus kiri-kaeshi (ejercicio de entrenamiento de kendo) mientras los mirábamos secándonos las caras con los pañuelos que todo el mundo llevaba. El sudor les caía por la espalda mientras luchaban sin ponerse los men, con las cintas empapadas y el pelo pegado al cuello.

—¿Cómo es que Ishikawa y tú decidisteis teñiros el pelo? —pregunté mientras Tomohiro daba cuenta de una botella de agua. Se limpió la boca con el antebrazo.

—Es una estrategia de Ishikawa —respondió, lo bastante alto para que él pudiera oírle—. Cree que puede cegar al oponente con su horrible fregona blanca.

—Cállate —protestó Ishikawa, pero sus labios se estiraron en una sonrisa.

—¿Y por qué tú lo llevas pelirrojo?

—¿Blanco y rojo, eh? —apuntó Ishikawa—. Porque somos rivales. —Agarró a Tomohiro por la cabeza para hacerle una llave, y ambos sonrieron mientras luchaban. Me pregunté qué le habría dicho Tomohiro a Ishikawa, porque parecía una persona diferente. Fuera de las clases de kendo, ambos caminaban encorvados, se hacían los duros y, en el caso de Ishikawa, se metía en serios problemas. Pero, de alguna manera, ponerse la armadura bogu y cubrirse las caras con el men les hacía mostrar su verdadera cara y los relajaba.



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