Theophilus North by Thornton Wilder

Theophilus North by Thornton Wilder

autor:Thornton Wilder [Wilder, Thornton]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1973-04-23T00:00:00+00:00


9 - MYRA

A mediados de julio, poco antes de que pudiera tomar posesión de mi departamento, recibí una llamada telefónica en la Asociación Cristiana.

—¿Mr. North?

—Él habla.

—Me llamo George Granberry. Debiera decir George Francis Granberry, pues tengo en la ciudad un primo llamado George Herbert Granberry.

—Lo escucho, Mr. Granberry.

—Me he enterado de que usted lee en voz alta literatura inglesa y cosas así.

—Es verdad.

—Me gustaría tener una entrevista con usted para que nos pusiéramos de acuerdo sobre la lectura de algunos libros a mi mujer… Este verano está algo postrada, y… esto la ayudaría a pasar el tiempo. ¿Dónde podríamos vernos para conversar?

—Sugiero el Muenchinger-King, hoy o mañana a las seis y media.

Mr. Granberry tenía alrededor de treinta y cinco años, joven para Newport. Pertenecía a la categoría que los periodistas como Flora Deland llamaban «deportistas» y «hombres de mundo». Como muchos de su especie, su rostro era agraciado pero estaba cruzado de arrugas, y hasta de extraños surcos. Al principio, me inclinaba a pensar que era resultado de la exposición al viento y las olas en la temprana juventud: carreras de yates, desafíos en las Bermudas y cosas semejantes; pero después varié mi opinión y atribuí la causa a la tierra firme y la vida entre cuatro paredes. Estaba hecho para ser un hombre agradable, pero la ociosidad y la falta de objetivos también erosionan. Me dio la impresión de que esta entrevista con un «profesor» le resultaba desconcertante, quizá perturbadora y también observé que había bebido. Me ofreció un trago. Acepté y nos retiramos a la mesa junto a la ventana que daba sobre la avenida Bellevue y la Biblioteca Pública.

—Mr. North, Myra, mi mujer, es la chica más brillante del mundo. Rápida como un látigo. Puede hablar horas enteras acerca de cualquiera. ¿Entiende lo que quiero decir? Pero cuando niña sufrió un accidente. Se cayó de un caballo. No asistió a la escuela durante varios años. Los maestros iban a su casa a enseñarle; era un aburrimiento espantoso, pues ya sabe usted cómo son los maestros de escuela. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Como consecuencia de todo esto, odia leer un libro. Según dice, no puede soportar estupideces como Los tres mosqueteros, Shakespeare y todo eso. Pero le gusta que le lean durante un rato. He intentado leerle en voz alta, y su enfermera, Mr.. Cummings, lo hace, pero a los diez minutos prefiere charlar. ¿Por dónde iba? Uno de los resultados de que su educación quedara interrumpida es que a veces en la conversación general ella misma contribuye a desprestigiarse. Con eso de «odio a Shakespeare», «la poesía es para las ovejas…», etc. Newport está lleno de Granberrys para los que todo eso no es nada más que mala educación o groserías del medio Oeste… Como le he dicho ya, ahora es una especie de inválida. Se recuperó bien de aquella caída, pero ha tenido dos abortos. Esperamos otra vez un niño para dentro de unos seis meses. Los médicos le han ordenado que haga ejercicio por



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