Breves amores eternos by Pedro Mairal

Breves amores eternos by Pedro Mairal

autor:Pedro Mairal [Mairal, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Emecé Argentina
publicado: 2019-12-02T23:00:00+00:00


Yo me puse a fumar. Charly trajo una bandeja con vasos, un botellón de agua y hielo.

—Me alegro infinitamente que hayan venido. No saben lo importante que es para mí esto. Les cuento para qué los llamé.

—Dale —dijo Tomás, apoyando los codos sobre la mesa.

—Estoy metido de lleno en un libro que se va a llamar «Volver a nacer». ¿Qué les parece el título?

—Muy bueno —dijo Tomás.

—Es sobre la transformación que se produjo en mí gracias al accidente. Sobre esta oportunidad que me brindó Dios. Y les pedí que vinieran —dijo Charly, estirando los brazos hasta agarrarnos a cada uno de la muñeca— porque ustedes dos fueron... ¿cómo podría decirlo?... los ángeles de luz...

—Bueno... —dije yo, incómodo.

—Sí, sí, ángeles de luz —dijo Charly—, porque me salvaron la vida, por eso quiero incluir el testimonio de ambos en el libro. ¿Qué les parece?

A mí, sus palabras me impresionaron menos que el gesto de agarrarnos.

—Todo el tiempo que estuve en coma, para mí es un blanco, un misterio, y necesito que me cuenten un poco para llenar ese vacío.

—¿Qué querés que te contemos? —dijo Tomás.

—Su experiencia humana, su entidad espiritual ante el accidente.

—A ver, sé un poco más... más específico —dije yo.

—Lo que se acuerden. Por ejemplo, cómo fue el accidente, qué vivenciaron ustedes.

—¿Vos no te acordás nada? —le pregunté.

—Nada. Absolutamente nada —dijo—. Yo estaba dormido y después quedé inconsciente.

Cuando Tomás estaba por empezar a hablar, Charly puso el celular sobre la mesa y quiso empezar a grabar pero tenía poca batería. Fue a buscar algo. Nos quedamos solos y Tomás me dijo en voz baja:

—Unas palabras y rajamos de acá.

Charly volvió con un grabador. A mí la idea de hablar del accidente así, al aire libre, en pleno día, me disgustó. Además me estaba molestando el resplandor del sol. Charly apretó un botón del aparato y dijo:

—Listo.

Él y Tomás me miraron a mí.

—No sé por dónde querés que empiece —me evadí.

—Por donde quieras —dijo.

Por suerte Tomás tomó la iniciativa:

—Veníamos bajando del cerro después de una fiesta a las tres de la mañana. ¿De eso te acordás?

—Sí —dijo Charly.

—Nos quedamos sin frenos yendo barranca abajo, nos salimos del camino, nos desbarrancamos y chocamos contra una piedra.

—¿Vos estabas despierto? ¿Te diste cuenta de algo antes del choque? —preguntó Charly.

—Sí —dijo Tomás—. Me desperté porque el ómnibus iba demasiado rápido y hacía mucho ruido el ripio que pegaba contra los guardabarros. Me di cuenta de que veníamos descontrolados.

—¿Y qué pasó?

—Lo vi pasar para atrás a Felone, que decía «No tenemos frenos siéntense derechos» y tropezaba tratando de despertar a todos. Después fue todo muy rápido. Sentí que estábamos en el aire. Me agarré del asiento de adelante y ahí fue el impacto.

—Vos estabas bastante atrás, ¿no?

—Sí —dijo Tomás—. Por eso Rafael y yo, y otros, salimos ilesos, porque veníamos atrás.

Me puse a mirar para el costado. Unos pajaritos negros revoloteaban alrededor de unas cañas y pegaban grititos.

—Y vos, Rafael, ¿estabas despierto? —me preguntó Charly.

—Sí. Vi lo mismo que Tomás —contesté, demorando la mirada un momento en el jardín.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.