Yo soy Eric Zimmerman. Volumen 2 by Megan Maxwell

Yo soy Eric Zimmerman. Volumen 2 by Megan Maxwell

autor:Megan Maxwell [Maxwell, Megan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-11-01T04:00:00+00:00


36

Como muchas otras veces, Björn y yo hablamos en las oficinas de Müller. Él lleva todos mis temas legales. Y, tras firmar unos papeles que se guarda, pregunta, consciente de que Mel y Judith están juntas de compras:

—¿Llamo entonces a las chicas y quedo con ellas en la Trattoria de Joe?

Asiento. A Judith le encanta ese lugar, y digo tras mirar mi reloj:

—A la una y media.

Björn afirma con la cabeza, y luego lo oigo hablar con Mel. En ese instante entra mi secretaria y, tras entregarme unos documentos que dejo sobre mi mesa, vuelve a salir en el mismo momento en que Björn cuelga. Pero su teléfono vuelve a sonar de inmediato y contesta. Veo que cambia el tono de voz para adoptar otro más profesional y, cuando finaliza la llamada, dice:

—Heine, Dujson y Asociados.

Sé quiénes son, lleva años deseando formar parte de ese bufete internacional de abogados.

—Querían confirmar si asistiré a su cena de gala, solo o acompañado —cuchichea a continuación con una sonrisa.

No necesito preguntarle cómo acudirá, pero indico:

—Sigo pensando que no te hace falta formar parte de ese bufete. Tú tienes tu propio…

Como siempre que hablamos del asunto, Björn suspira y murmura:

—Eric…

Ver su gesto me hace saber que, diga lo que diga, nada lo hará cambiar de opinión, por lo que convengo:

—De acuerdo.

Él asiente y, deseoso de cambiar de tema, a continuación, dice:

—¿Le han dado ya las notas a Flyn?

Niego con la cabeza. Algo me dice que una o dos le van a quedar este año, y más con la tontería que tiene últimamente con su chica Dakota. Pero, cuando se lo comento a mi amigo, él replica:

—Está en plena adolescencia. No seas muy duro con él y recuerda cuando tú tenías su edad.

Afirmo con la cabeza, sé que yo a su edad era un cabronazo, e indico:

—Tranquilo. No creo que la sangre llegue al río.

—¿Sigue con novieta?

Asiento. Dakota es una buena chica.

—Sí.

—¿Es la que vimos el último día en el centro comercial?

Recordar ese momento me hace reír. Björn y yo llevamos a Flyn al centro comercial porque había quedado con ella para ir al cine, y nos hizo desaparecer antes de que ella nos viera acompañándolo, por lo que cuchicheo:

—Sí. Y, aunque no lo creas, a Jud ya mí nos gusta.

Sonríe, no pregunta más y, entregándome mi móvil, bromea:

—Vamos, dejemos la vida privada de Flyn en paz y vayamos a comer con nuestras guerreras.

Sonrío. Sin lugar a dudas, Judith y Mel lo son.

Una vez en el restaurante, nos sentamos al fondo del local y hablamos de la actitud de Flyn. Está en plena adolescencia y no para de retarnos, en especial a Judith. Le tiene cogida la medida y, aunque yo intento tomar partido en ciertos momentos por quien creo que tiene la razón, lo cierto es que es complicado, sobre todo porque yo siempre estoy en el medio.

La puerta del restaurante se abre y veo entrar a Judith y a Mel. Feliz, observo a mi mujer. Me encanta. Me vuelve loco esa mirada viva y preciosa que tiene y, cuando se acerca, me levanto, la beso en los labios y le retiro la silla.



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