Sombras by Laura López

Sombras by Laura López

autor:Laura López [López, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00


11

Creo que nunca olvidaré esa noche. Sus sueños hacen que me acuerde hasta de los detalles más ridículos, como los días de grandes catástrofes.

Me vi subiendo unas escaleras, oyendo el crujido de la madera bajo los pies, como si fuera real. Era un sitio oscuro, con manchas y huecos de la pintura que se había caído y un pegajoso olor a moho. Me pregunté cuántos años tendría el edificio. Siempre me han gustado esos edificios viejos; les encuentro un aire romántico. Siempre que estuviera en buen estado, claro. Eso de que esos bloques de casas parecen un nido de drogadictos, borrachos y prostitutas, resulta un tópico en la mayoría de los casos.

Me encaré con una puerta en el segundo piso y llamé. De esa manera extraña de los sueños, sabía a dónde iba. Abrió una chica joven, que se hizo a un lado, invitándome a pasar diciendo solo que estaba encantada de «conocerme por fin», antes de salir de la casa.

Era absurdo, pero solo pude pensar en que esperaba que no se hubiera olvidado de la hora a la que iba a llegar, porque no me hacía ninguna gracia esperar solo en una casa ajena, aunque fuera para esperarla.

Llevaba solo unos segundos allí, aguardando en medio del humilde salón, con un par de puertas que llevarían a las habitaciones y al cuarto de baño. Todas estaban cerradas, hasta que se abrió una y apareció al otro lado.

Mia me sonrió antes de salvar la distancia que nos separaba y echarme los brazos al cuello. Me volvió la vida cuando la abracé.

Solo unos segundos después, la estaba desnudando en la habitación de la que había salido.

—Te he echado de menos —dijo algo después, cuando se tumbó a mi lado, subiendo la sábana hasta cubrirse el pecho—. Hacía ya tiempo de la última —no tanto. Se me ha hecho largo, pero ha habido precedentes peores.

—A mí me lo vas a decir…

—¿Qué vas a hacer con lo de Sam?

Era de lo que menos me apetecía hablar, porque no pintaba nada.

Estoy seguro de que se me puso cara de bobalicón y tuve que contener la risa, como si todo fuera real.

Cualquiera diría que Mia era físicamente tan normal que resultaba invisible. No era el bellezónque te hacía girar la cabeza si se cruzaba contigo en la calle, pero tenía algo. Sus ojos de color miel se volvían más o menos oscuros dependiendo de la luz. Un absurdo complejo con sus dientes hacía que sonriera curvando los labios hacia abajo, tratando de esconderlos. Como si hubiera estado diseñada a propósito, el pelo castaño claro, largo y con alguna onda que rompía el liso le caía desordenado por la espalda, con un mechón que le acariciaba el rostro. Por un segundo me acordé de cómo era verla salir de la ducha envuelta en su toalla, con ese pelo cayéndole empapado por la espalda, parando el mundo como si fuera una aparición divina.

—No lo sé —contesté cuando insistió, tumbándome boca arriba. Me removí algo incómodo bajo la sábana.



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