Solito by Javier Zamora

Solito by Javier Zamora

autor:Javier Zamora [Zamora, Javier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


7

La USA

29 de mayo, 1999

Hoy es sábado. Hoy nos vamos. El Coyote se fue el primer día que estuvimos acá, el 25 de mayo, un martes. Dijo: «Buena suerte», y abrazó a Patricia y a Carla, y a mí también. Les dio la mano a los hombres. Desde que El Coyote se fue hemos estado comiendo dos veces al día lo que nos cocina La Doña; desayunamos tarde y cenamos temprano. Si nos da más hambre nos hacemos un sangüich, como hacíamos en Guadalajara. Pero acá es donde mejor hemos comido. Chilaquiles, carne con chile, tacos de carne, quesadillas mexicanas, huevos rancheros, tacos de papa. Me encantan las tortillas de harina, todas grandotas. La Doña les echa un poquito de limón a las tortillas. La voy a extrañar, y eso que ella ni habla. Lo único que nos dice es, «Coman, agarren fuerzas, descansen». Y cuando está cocinando nos pregunta, «¿Quieren más?». Y ya.

—Es mejor que yo no los conozca —le dice a Patricia, cuando ve que ella anda algo brava—. Es por mi propio bien —agrega.

—Es que ella recibe a mucha gente. Antes de ustedes y después de ustedes —explica Paco—. No es la única que hace esto en el pueblo. Gente adentro de otras casas de por acá van a venir con nosotros.

De noche en el desierto hace frío. En la mañana también. Hace calor entre mañana y noche. Los polleros nos dicen que durmamos durante el día para acostumbrarnos a estar despiertos de noche, porque «solo vamos a caminar de noche». Pero cuesta cambiar. Todavía dormimos de noche. No hemos estado viendo la tele, pero ayer se jugaron los partidos de ida de las semifinales de la liguilla. Por ir en bus y pasar por tantos pueblos se me había olvidado el torneo. Mi equipo, el Atlas, le ganó a Cruz Azul, pero a nadie le importó. Los hombres no hicieron apuestas. A Mario y Paco les gusta un jugador que se llama Jared Borgetti porque es del norte de México, igual que ellos, pero no van a ver el partido de hoy entre Santos y Toluca.

Aquí sí podemos salir a la calle y ver por las ventanas. No tenemos que escondernos de los vecinos. Los hombres fuman en la entrada o en el jardín de atrás y nadie les dice nada. Pero cuando fuman adentro, La Doña los saca a patadas y les dice que ya no les va a dar de comer, pero igual siempre sí. La casa que está enfrente, y las que están a la par de la nuestra, se miran vacías, pero sí escuchamos cuando los perros y gallos hacen bulla. Siempre están ladrando y cantando. Mario nos dijo que el aire seco del desierto se lleva los sonidos más lejos. Nos avisó que cuando estemos caminando no vamos a poder hablar. Si necesitamos decir algo, lo tenemos que decir bien suavecito. Los ladridos se escuchan fuerte. Los dos polleros nos dicen que si nos agarran tenemos que decir que somos de Nogales, Sonora.



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