Septimus Heap 01 - Septimus by Angie Sage

Septimus Heap 01 - Septimus by Angie Sage

autor:Angie Sage
La lengua: es
Format: mobi
Tags: Fantástica
editor: Montena Fantasy
publicado: 2012-03-01T13:38:58+00:00


26

EL DÍA DE LA FIESTA DEL INVIERNO

—No gracias, Galen, no voy a ir a la fiesta del invierno de esas brujas. Los magos no la celebramos —le dijo Sarah a Galen después de que Silas se marchara aquella mañana.

—Bueno, yo debería ir —respondió Galen—, y creo que todos deberíamos ir. No se rechaza la invitación de una bruja de Wendron a la ligera, Sarah. Es un honor que te inviten. En realidad no consigo imaginar cómo se las ha arreglado Silas para que nos invitaran a todos.

Sarah profirió una exclamación de desdén por respuesta.

Pero a medida que la tarde traía el delicioso aroma de zorro asado a través del Bosque hasta la casa del árbol, los niños se iban poniendo cada vez más nerviosos. Galen solo comía verduras, raíces y nueces, lo cual era, como Erik había comentado en voz alta después de su primera comida con Galen, exactamente lo mismo con que alimentaban a los conejos en casa.

La nieve caía pesadamente a través de los árboles cuando Galen abrió la trampilla de la casa del árbol y, mediante un inteligente sistema de poleas que ella misma había diseñado, la larga escalera de madera bajó hasta descansar sobre el manto de nieve que ahora cubría el suelo. La propia casa del árbol estaba construida sobre una serie de plataformas que atravesaban tres antiguos robles y habían formado parte de ellos desde que estos crecieron en todo su esplendor, hacía cientos de años. Con el transcurso de los años, sobre la plataforma se había ido edificando una desordenada colección de cabañas. Estaban cubiertas de hiedra y se mimetizaban tan bien con los árboles que resultaban invisibles desde el suelo del Bosque.

Sam, Fred y Erik, y Jo-Jo compartían la cabaña de invitados en lo más alto del árbol de enmedio y tenían su propia cuerda para bajar al Bosque. Así que, mientras los niños se peleaban para ver quién bajaba primero por la cuerda, Galen, Sarah y Sally bajaban de una manera más reposada por la escalera principal.

Galen se había vestido para la fiesta del invierno. Una vez, muchos años atrás, la habían invitado después de haber curado al hijo de una bruja y sabía que era una ocasión de postín. Galen era una mujer menuda, algo ajada tras años de vivir al aire libre en el Bosque. Tenía un cabello rojo corto y alborotado, risueños ojos castaños y casi siempre vestía una sencilla túnica corta verde, leotardos y una capa, pero aquel día llevaba su vestido de la fiesta del invierno.

—Santo Dios, Galen, te vas a meter en un montón de líos —exclamó Sarah en un tono ligeramente desaprobador—. No te había visto ese vestido. Es... muy... «nosequé».

Galen no salía mucho, pero cuando lo hacía, realmente se vestía para la ocasión. Su vestido parecía estar hecho de cientos de hojas multicolores, ceñido por un cinturón de color verde brillante.

—¡Oh, gracias! —Exclamó Galen—. Lo hice yo misma.

—Eso me pareció —respondió Sarah.

Sally Mullin empujó la escalera para que subiera de nuevo por la trampilla, y el grupo partió a través del Bosque, siguiendo el delicioso olor a zorro asado.



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