Sangre bajo cero by Steve Hamilton

Sangre bajo cero by Steve Hamilton

autor:Steve Hamilton [Hamilton, Steve]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1998-08-15T04:00:00+00:00


12

Me senté en mi camión, que estaba en el aparcamiento del Bay Mills Casino, mirando las luces de un carguero anclado al otro lado de la bahía. Pensé: debe de venir una tormenta fuerte. Están esperando a que descargue antes de hacer la última salida de la temporada.

Por lo menos, tenían una razón para estar ahí sentados sin hacer nada, pero con una ligera idea del tiempo que tendrían que esperar, hasta que pudieran ponerse de nuevo en marcha.

Cogí el teléfono móvil, que en la oscuridad despedía una extraña luz verde. Si llamo a su casa y está, podré dejar esto e irme a mi casa. No tendré que aguantar sus estupideces hasta mañana. Pero si le llamo y no está, acabaré poniendo más nerviosa a la señora Fulton.

Por favor, Uttley, coge el teléfono. No lo cogió.

—Alex, ¿es usted? ¿Lo ha encontrado?

Era la señora Fulton.

—Todavía no, señora Fulton, pero ha estado aquí en el casino. Estoy seguro de que está bien.

—¿Dónde está ahora?

—Seguro que ahora mismo va de camino a casa —dije—. Voy a pasar por un par de sitios más, solo para asegurarme.

—Tengo un mal presentimiento, Alex —dijo—. Ya se lo he dicho, ¿no? Me gustaría que lo encontrase inmediatamente.

—No hay que preocuparse, señora Fulton —contesté—. ¿Puede pasarle el teléfono al señor Uttley, por favor?

—¿Por qué quiere hablar con él? —preguntó—. ¿Hay algo que no me haya contado?

—No, señora Fulton.

—Ha pasado algo, ¿verdad?

Su tono de voz perdía poco a poco ese carácter autoritario.

—No, señora Fulton, se lo juro, todo está bien. Solo quiero hablar un minuto con Lane.

—Alex, estoy aquí —entró la voz de Uttley—. ¿Qué pasa?

—Lane —contesté, aprovechando una pausa para calmarme—. La próxima vez, ¿podrías asegurarte de que coges tú el teléfono?

—Por supuesto, Alex. Lo siento, llegó antes que yo.

—Tienes el número de mi móvil, ¿verdad? Dame un toque si aparece por casa. Voy a comprobar un par de sitios más.

No me apetecía hacerlo, pero no tenía otra elección. Sabía que probablemente estaría en algún bar, compadeciéndose de sí mismo. Ese discurso de que iba a convertirse en un nuevo hombre, ¿cuánto duraría? ¿Siete días? Tendría que dejarlo solo, pensé. Déjale que llegue arrastrándose a casa por la noche, y mañana dile que busque el teléfono de Jugadores Anónimos. Pero no lo puedo hacer porque le he prometido a la señora Fulton que lo encontraría.

Y esa sensación. Ese cosquilleo subiéndome y bajándome por la espalda. Seguí deseando que desapareciera esa sensación, pero no lo conseguí.

Entré en los dos bares de Brimley, y después fui en dirección este, hacia el Soo. Paré en Mariner’s Tavern. Sabía que ese había sido su bar cuando hacía apuestas con Tony Bing. Había bastantes clientes esa noche, pero no estaba Edwin.

En Sault Ste. Marie debe de haber como veinte bares. Fui a todos los que conocía; incluso encontré algunos nuevos. Primero buscaba su Mercedes plateado en los aparcamientos, y después echaba un vistazo rápido dentro por si había dejado el coche en algún otro sitio. Yo mismo lo hice en Detroit unas cuantas veces después de dejar la policía y de que mi mujer me dejara.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.