Sacramento by Antonio Soler

Sacramento by Antonio Soler

autor:Antonio Soler [Soler, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2021-11-01T00:00:00+00:00


* * *

Y de la casa noble acudía don Hipólito a la Gota de Leche. Atravesaba callejuelas, observaba la mano de Dios en cada peón, en cada mujer encorvada, en cada niño, tendero, estudiante, costurera, zapatero o jefe de negociado con el que se cruzaba. Cada uno arrastra una montaña, cada uno lleva unas cuerdas invisibles y arrastra un fardo invisible. No importa lo ligeros que caminen ni lo derechos que vayan. Se les ve el alma torcida, esforzada. Andando por un lodazal. Ese peso. Se les ve en la comisura de la boca, en el velo de los ojos o en las risas, hasta en las risas se les ve la carga de la que se quieren librar con unas carcajadas. Por unos momentos. Para luego retomar el peso, más duro que antes de la falsa liberación, de la risotada, del devaneo. No hay escapatoria. Es la carga que nos dieron al nacer y que a cada paso aumenta de tamaño, de rigor.

La algarabía y el llanto de los niños en la Gota de Leche. La alegría de Dios. Los baberos inmaculados de aquellos angelitos en cuyas casas no había medios para alimentarlos. Los externos llegaban por la mañana como un rebaño menudo al que había que dar cobijo. Saludaba sonriente don Hipólito a las hermanas cuidadoras, preguntaba a los niños por su instrucción, dos y dos, ¿y si me llevo uno? Preguntaba por las oraciones. Anoche antes de acostarte, ¿rezaste una Salve? Si no lo haces y el Señor te lleva mientras estás durmiendo vas al infierno. Y se lo dices a tus padres, a tu madre, Mamá yo quiero rezar y quiero que tú también reces. Por nosotros y por papá que está, ojalá, en el Cielo. En el Cielo sí, esperándote, esperándonos a todos. Muy contento, claro. Al lado del Señor, eso es.

Hablaba con las hermanas sobre los medios que habían llegado del ayuntamiento, calibraba el modo en el que podía aumentar el auxilio municipal. Indagaba con quién había que consultar para que todo fuera mejor, más rápido, más abundante. Estos niños dependen de nosotros, de ustedes. Sus padres, no hay más que verlos, no pueden, y algunos parece que ni quieren. Y los huérfanos, qué decir.

Preguntaba al doctor Jurado por la alimentación que recibían los niños y por el estado de salud de los más débiles. La sotana se le hinchaba de satisfacción al ver el reparto de los botes de leche condensada y los de leche de vaca pasteurizada previamente analizados por el doctor Jurado. Que no salga de aquí una mala bacteria, de aquí nada más puede salir lo que hay, bondad, la bondad de las hermanas y la de usted, Jurado.

Visitaba la sala de los huérfanos. Y al caer la noche salía al encuentro de las familias que iban a recoger a los externos. Hacemos lo que podemos, decía el cura Hipólito, haced también vosotros lo que podáis, en lo físico y en lo espiritual. Estos niños tienen que recibir lo mejor



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