Rosalera by Tade Thompson

Rosalera by Tade Thompson

autor:Tade Thompson [Thompson, Tade]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Vacío una enorme Biblia del rey Jacobo y oculto la tableta en el hueco. Acudo a un servicio de mensajería y hago que me la envíen a Rosalera.

Ya estoy listo para que me capturen. Tomo un taxi que me lleva a la playa de Bar, pido un plato de suya y me siento a comerlo sobre una pequeña duna, hasta que oigo unos pasos.

Me levanto sin protestar.

* * *

Nunca he estado en las oficinas locales que la S45 tiene en Lagos. Aquí es donde mantengo una videoconferencia con Eurohen. Me tratan bien. En la mesa de al lado tengo una Coca-Cola Light y unos bizcochitos. Pregunto por los hombres a los que «quemé» y me confirman que están bien, aunque un poco alterados. Pido que les hagan llegar mis disculpas. El jefe me hace esperar durante veintiún minutos hasta que el campo de plasma se enciende.

—¡Kaaro! Al fin tengo el placer de conocerlo. —La voz de Eurohen suena afeminada, pero alegre.

—Por desgracia, no puedo decir lo mismo.

—Ah, entiendo. Le es leal a Femi Alaagomeji. Bien. Excelente. Me gusta.

Juraría que el tipo lleva mechas rubias en el pelo.

—¿Le interesa la historia, Kaaro?

—No demasiado.

—A mí sí. Golfo de Gela, Sicilia, 11 de julio de 1943. A causa de un ataque por fuego amigo se produjo el derribo de veintitrés aeronaves C-47. Ciento cincuenta y siete militares perdieron la vida y más de doscientos resultaron heridos. ¿Sabía de este suceso?

—No.

—No importa. Lo que tiene que aprender de esto, la moraleja, es que la descoordinación de los recursos cuesta vidas.

Empieza a palparse una cierta tensión, por lo que guardo silencio.

—En adelante, coordinación. Concentración milimétrica. Todas las partes trabajarán en conjunto. Las agencias, las dependencias del Gobierno, los departamentos…

—Disculpe —lo interrumpo—. Señor, estoy a varios kilómetros de mi base. Me gustaría llegar a mi casa esta noche. ¿Qué quiere decirme, exactamente?

—Quiero que confíe en mí.

—En ese caso, reúnase conmigo en una habitación donde respiremos el mismo aire.

—Oh, esa es mi intención. No tengo nada que ocultar.

Esto es nuevo. Me quedo sin palabras.

—Tengo una nueva manera de hacer que ustedes los sensibles se concentren. La señora Alaagomeji era… competente, pero le faltaba visión de futuro.

—Yo ya tengo en qué concentrarme, señor, en un interrogatorio.

—Eso no es concentrarse en nada. Eso es una misión. Lo que quiero es que se una a una Iglesia.

—¿Disculpe?

—¿No siente el amor de nuestro Señor y Salvador? —Sonríe.

—Vaya al grano de una puta vez —insisto.

—Cálmese, agente. Sigue trabajando para mí. —No parece haberse molestado. Ojalá me hubiera dado tiempo a leer antes de esta reunión el expediente que tenían sobre mí.

—Lo siento, señor.

—No tiene importancia. Aunque le pido que se haga una pregunta: ¿qué haría Jesús?

—Dadas las circunstancias, diría «¡Vade retro, Satanás!». Señor.

Eurohen se ríe.

—Quiero que se una a una Iglesia, una muy grande, con millones de fieles. Quiero que se gane su confianza sirviéndose de sus habilidades, y cuando llegue el momento, le daré instrucciones sobre cómo utilizar esa confianza.

—¿Una Iglesia de fuera de Rosalera?

—Tal vez, sí.

—Entonces ¿tendría que dejar la ciudad?

—Lo noto desilusionado.



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