Rescate by Bourne J. L

Rescate by Bourne J. L

autor:Bourne, J. L. [Bourne, J. L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Terror, Zombis
editor: Timunmas
publicado: 2013-05-31T00:00:00+00:00


32

Costa septentrional de Oahu

—Contramaestre, ¿cómo está el sol? —preguntó Larsen.

—En el horizonte, señor, no va a durar mucho —respondió el contramaestre de la armada, el Sr. Rowe.

—Muy bien, llévanos arriba.

El Virginia emergió en seguida, a media milla náutica de las hermosas playas hawaianas de la costa septentrional de Oahu. A aquella distancia, la situación en la costa era muy clara.

La escotilla se abrió y permitió que la brisa marina entrara. Los no muertos hawaianos eran ya algo más que una imagen en los instrumentos del submarino. Sus gemidos recorrían la distancia y se abrían camino entre las espumas hasta llegar a oídos de la tripulación. El submarino parecía amplificar el sonido como cuando atamos latas de sopa a los dos extremos de una cuerda.

Lo que se oía no era simplemente intranquilizador.

—¡Calla, cierra esa maldita! —gritó un marinero, al tiempo que se cubría los oídos con las manos.

—¡Y tú cierra esa boca! —bramó Larsen.

Los gimoteos no cesaban. Kil y el capitán se encaramaron por la escalerilla, subieron por la torreta y salieron al aire libre. Se valieron de unos prismáticos para estudiar la situación y aprovecharon los últimos rayos de sol procedentes del oeste.

—¿Cree usted que saben que estamos aquí? —preguntó Larsen.

—Probablemente. Tienen sentido de la vista... No sé muy bien cómo les funciona, pero lo tienen. No obstante, probablemente, no es eso lo que nos ha delatado. Oyen rematadamente bien, no me pregunte usted cómo. Debemos de haber hecho ruido al emerger, ¿verdad? —dijo Kil.

—No mucho, pero un poco, sí.

—Pásemelos, por favor —dijo Kil, y alargó la mano para que le diera los prismáticos.

Kil echó una larga mirada de un extremo al otro de la playa y observó a las criaturas. Aunque en un momento como aquel no tuviera ninguna gracia, pensó que, si se tomaba el tiempo necesario para concentrarse y bizqueaba un poco, tal vez distinguiera unas pocas camisas hawaianas entre la multitud. Contuvo una carcajada y le devolvió los prismáticos a Larsen.

—Bueno, usted está aquí como asesor, y espero que me asesore —espetó Larsen.

—Ya he dejado bien clara mi posición, capitán. Son dieciséis kilómetros en línea recta desde aquí hasta la entrada de la cueva, unas pocas horas en las instalaciones para ponerlo todo a punto, y luego otros dieciséis kilómetros de vuelta. Yo no puedo decir de ningún modo que este viaje de treinta y dos kilómetros, con el único objetivo de tomar el control de unas instalaciones que tal vez no contribuyan a esta misión, merezca todos los riesgos que comporta. El Virginia dispone de instrumentos de observación que pueden proporcionarnos toda la información que necesitamos.

Larsen se tomó un momento para sopesar sus argumentos y luego dijo:

—La Base Aérea de Wheeler y Kunia no están precisamente cerca de la costa. Usted mismo dijo que esas criaturas debían de haberse alejado del centro de la isla, y que se habrían concentrado en su mayoría a lo largo de las playas.

—Puede ser —dijo Kil—. Si me equivocara, nuestra Fuerza de Operaciones Especiales podría verse cercada por unos pocos millares de criaturas radiactivas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.