Quererte a ti by Caroline Anderson

Quererte a ti by Caroline Anderson

autor:Caroline Anderson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2000-08-09T22:00:00+00:00


—¿Estás bien?

Anna alzó la mirada de la ficha que estaba leyendo y vio a Josh ante su escritorio. Sonrió.

—Sí, gracias.

—He oído cosas interesantes respecto a tu señor Bradbury. Parece que es un cirujano de primera categoría.

—Eso me han dicho —aquello no sorprendió a Anna. Suponía que Adam era la clase de hombre capaz de hacer bien cualquier cosa, y si su forma de hacer el amor era un indicio de ello, debía ser un maniático del detalle. —Robert Ryder está impresionado. El viernes por la noche asistió a una operación en la que Adam salvó una pierna a la que cualquier otro habría renunciado. Al parecer, la joven a la que operó se está recuperando, a pesar de haber perdido la otra pierna y a su novio en el accidente.

De manera que eso era lo que había estado haciendo. Anna se había preguntado cuál habría sido la causa de que tuviera aquella expresión mezcla de angustia y desolación.

—No sé cómo puede soportar alguien dedicarse a la cirugía ortopédica —dijo, y se estremeció—. El aspecto traumático es tan desagradable...

—Yo lo que peor llevo son las heridas sangrantes. No me gusta nada la sangre —Josh sonrió—. ¿Qué tienes hoy para mí?

—Oh, cientos de nuevos ingresos —bromeó Anna. El teléfono sonó en ese momento y lo descolgó.

—Sala de pediatría, enfermera Long al habla. ¿En qué puedo ayudarlo?

—¿Almuerzo?

Anna miró su reloj.

—¿Puedes darme cinco minutos?

—Por supuesto. Nos vemos en el Gallery.

—De acuerdo.

Anna colgó el teléfono y miró a Josh.

—Bien. Allie te llevará a ver a los nuevos pacientes. Solo hay dos; una niña con una especie de gripe que no remite y parece estar transformándose en neumonía y un pequeño que debe ser diabético.

—Iré a verlos enseguida. Tú ve a almorzar con el maestro.

Anna se ruborizó.

—¿Qué te hace pensar...?

—No te molestes en negarlo. Lo llevas escrito en la cara con letras de diez metros.

—Mi cara no es tan grande.

—Tu sonrisa sí lo es.

Anna rio y se levantó.

—¿Acaso has venido a vigilar mis movimientos?

—No. La verdad es que esperaba venderte unas entradas para el baile de San Valentín del sábado por la noche. Es para recaudar fondos para las instalaciones de los niños. Tienes el deber moral de apoyar una iniciativa como esa. Hay un par de sitios libres en nuestra mesa... ¿por qué no los aprovechas?

—Se lo preguntaré a Adam —prometió Anna, y su corazón latió con más fuerza ante la perspectiva de pasar una tarde bailando con él—. Ya te avisaré.

Salió casi corriendo del hospital y encontró a Adam sentado junto a la barra del Gallery. Era el bar más cercano al ala de pediatría.

—Has tardado seis minutos —le reprochó él en tono burlón, y ella miró su reloj.

—¿En serio?

Adam rio.

—La verdad es que no lo sé. Pero me ha parecido mucho tiempo. ¿Qué vas a comer?

—No sé. ¿Un sandwich?

—Buena idea.

Eligieron su comida en el autoservicio, añadieron dos tazas de café a la bandeja y Adam pagó.

—Estoy muerta de hambre —confesó Anna en cuanto se sentaron.

—Debe ser por toda la actividad del fin de semana —bromeó Adam, y ella se ruborizó un poco.



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