Planeta 86 by Dan Abnett

Planeta 86 by Dan Abnett

autor:Dan Abnett
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: sf
ISBN: 9788448006402
editor: Scyla Editores, S.A.
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


21

AQUELLO cada vez daba más miedo. Estaba jugando a ser un soldado. Además, estaba el problema de su casi nula coordinación muscular.

El sonido parecido al de las palomitas de maíz que provocaban los disparos resonó entre las hileras de espigas de la cosecha. En el aire húmedo flotaba una capa de humo con el característico olor a quemado del propelente. El selector de objetivos no dejaba de mostrar marcas de color amarillo o naranja.

Preben, que estaba a unos tres metros por delante de Falk, se volvió de repente hacia la derecha, se llevó el M3A al hombro y disparó. Se oyó un chillido y un parpadeo luminoso.

Preben bajó un poco el arma.

—Creo que acabo de abrasar a uno de esos cabrones —dijo en voz baja.

—¡Vienen más! —avisó Ratonazo.

Su compañero echó a correr hacia uno de los campos de cultivo. Se agachó para pasar por debajo de los tubos de irrigación y los cables que sostenían las estructuras. Había captado movimiento marcado con rojo. Falk alzó la ADP empuñándola con dos manos. Jugaba a ser un puto soldadito, sólo jugaba.

Ratonazo ajustó el arma para un estallido en el aire y lanzó un par de proyectiles por encima de las plantas. Vieron dos destellos brillantes seguidos de un par de potentes explosiones. Las plantas se estremecieron como si un vendaval las hubiera recorrido.

Ratonazo hizo un gesto con la cabeza para indicar que lo siguieran. Salieron de la pasarela de planchas de madera y cruzaron entre las hileras de tallos, con los tobillos hundidos en aquel lodo negro. Tuvieron que agacharse para esquivar los chorros de las mangueras de irrigación. Había un fuerte olor a tierra, a fertilizante líquido, a tuberías de metal húmedas. Falk vio por encima de ellos el cielo gris y bajo del atardecer a través del entramado de riego y de las estructuras de iluminación.

Salieron, cruzaron otro tramo de pasarela y luego volvieron a salir a una parcela cultivada. En algún punto situado a su izquierda, un arma automática repiqueteaba como una máquina de coser.

Llegaron a otra pasarela de planchas de madera. Al otro lado se veía la cosecha resguardada bajo un largo túnel de plástico. No se veía ningún punto de entrada, así que Preben desenvainó su cuchillo de combate y abrió una rendija a lo largo de la cubierta. Atravesaron el corte y entraron en una cueva cálida y húmeda con el penetrante olor a germinación. A un lado había hileras de sacos llenos de tierra con fertilizante lista para su uso. Todos estaban marcados con el emblema de la GEO. Preben abrió otro tajo en el túnel, y salieron a otro tramo de pasarela.

Había un cadáver en el camino. Estaba tendido de espaldas a pocos metros de la rendija que habían abierto para salir. El hombre tenía las piernas dobladas y separadas, como si estuviese corriendo. Llevaba ropa oscura, pero no se trataba de un uniforme. Tenía la cabeza echada hacia atrás, como si estuviera ofreciendo la garganta para un sacrificio ritual.

La mayor parte de su torso era un agujero desigual.



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