Perros de caza by Jorn Lier Horst

Perros de caza by Jorn Lier Horst

autor:Jorn Lier Horst [Horst, Jorn Lier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Crime, Thrillers, Suspense, Mystery & Detective, General
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2020-03-04T23:00:00+00:00


42

En un primer momento, Wisting quiso descartar la teoría de Line por absurda y ridícula, pero luego volvió a mirar la foto de los investigadores en el cruce de Gumserød. Era muy probable que uno de ellos hubiera falsificado la prueba del ADN. Y era posible que el mismo agente hubiera cometido otros delitos. Tuvo que admitir que la hipótesis de Line era verosímil. Esto, más que ninguna otra cosa, le convenció de que Line era la persona adecuada para revisar la documentación del caso. Si se le había pasado alguna cosa por alto, ella lo descubriría.

Wisting se puso de pie, se acercó a la chimenea y echó un par de troncos más.

–Tengo que hacer un recado –dijo cogiendo su chaqueta.

Line ya estaba concentrada en el primer archivador.

–¿Qué? –preguntó levantando la vista.

–Voy a ver a Frank Robekk.

Wisting le recordó quién era.

–Era el detective que respondía a las llamadas de los informantes en el caso Cecilia –concluyó poniéndose la chaqueta.

Line cogió el bolígrafo, y se metió el extremo en la boca.

–El testigo que no fue escuchado –dijo–. Esa llamada probablemente se la pasaron a él, no a ti.

Wisting asintió y dobló el periódico que le había dado el abogado Henden.

–No tuve contacto directo con las personas que llamaban –confirmó y fue hacia la puerta–. ¿Echas la llave cuando salga?

–Enciende el móvil –rogó ella–. Para que pueda localizarte.

Se puso de pie y salió con él. El cielo estaba gris, con nubes bajas y cargadas de lluvia que pasaban deprisa, y el viento llegaba a ráfagas del suroeste, frío y cortante.

Antes de que tuviera tiempo de sentarse en el coche le sonó el móvil. Era un número desconocido, pero no de los que ya aparecía en la lista de llamadas perdidas. Contestó. El comisario Terje Nordbo de Asuntos Internos se presentó en un tono oficioso.

–Es por tu implicación en la investigación del asesinato de Cecilia Linde –informó–. El director de la policía en funciones, Audun Vetti, nos ha mandado la documentación presentada por el abogado defensor Sigurd Henden sobre posibles irregularidades en la obtención de pruebas. Hemos decidido iniciar una investigación y quisiéramos realizar una primera toma de declaración.

Wisting abrió el coche.

–¿Es una investigación directamente sobre mí?

–Tienes condición de sospechoso –confirmó el otro–. Investigamos el caso como una falta grave en el cumplimiento del servicio. Eso te da la opción de ir acompañado de un abogado al interrogatorio.

–¿Cuándo pensabais llevar a cabo el interrogatorio? –preguntó Wisting sentándose.

–Lo antes posible. Mejor mañana mismo.

–¿Dónde?

–Estamos en Hamar, pero también tenemos oficinas en Oslo.

–Bien –Wisting arrancó el coche–. ¿A qué hora?

–¿Las doce?

–A esa hora tengo otra cita –respondió Wisting–. Tendrá que ser a las dos.

Quedaron a esa hora y Nordbo le dio la dirección del lugar.

Mientras conducía fue pensando en lo que les explicaría. Dependería mucho de lo que Rudolf Haglund dijera en el bufete del abogado Henden.

La llamada de Asuntos Internos le había pillado por sorpresa, y él habría preferido aplazar la entrevista hasta haber avanzado más en sus propias averiguaciones, pero ya que tenía que pasar por eso quizá sería mejor acabar con el asunto cuanto antes.



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