Penumbria 28 by AA. VV

Penumbria 28 by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-07-01T00:00:00+00:00


* * *

Una intensa luz en la cara me despertó. Incorporé medio cuerpo y lo que descubrí no me agrado: estaba desnuda, cubierta tan sólo por una cortina de terciopelo que se deshacía de puro vieja. Además, el lugar donde estaba parecía el sótano de una casa abandonada: muebles viejos apilados unos sobre otros, restos de velas torcidas, polvo, telarañas. Y la luz entraba por una ventila con los vidrios rotos. Eran rayos intensos de sol. Después descubrí que a mi lado alguien dormía. Levanté el resto de la cortina y ¡eras tú!, y también el sol te bañaba por completo. Esto no podía estar pasando. Traté de calmarme respirando hondo y luego intenté recordar, pero nada claro venía a mi cabeza. Sólo fragmentos, retazos, piezas sueltas que me confundían aun más. La reunión, la música, la proyección. Y en cada mínimo recuerdo estabas tú. Después fue como si nos hubiéramos internado en otra dimensión. La botella de Chartreuse se esfumó, luego nos tendimos en el suelo y en algún momento llegué a pensar que tú estabas dentro de mí y yo dentro de ti al mismo tiempo.

Me cubrí la boca con las manos para no gritar y aún puede paladear el sabor dulzón del Chartreuse y de tu saliva. Pero alrededor de la boca tenía costras de algo que bebí y que no recordaba. Me froté con el dorso de la mano… ¡Era sangre seca! Inmediatamente te miré. También estabas desnudo y dormías como un bendito. Algunos mechones de tu cabello te cubrían el rostro. Entonces me acerqué más para observarte, porque tuve la impresión de que no respirabas. ¡Dios! ¿Y si estabas muerto?… Casi me senté encima de ti y te sacudí con fuerza por los hombros. Tu cara se despejó, también tu cuello, sobre todo tu cuello, que no había visto: tenías el par de marcas inconfundibles que al contacto con la luz solar empezaban a desvanecerse. Luego abriste los ojos mirando de frente al sol y gritaste un «Buenos días» que me hizo estremecer. Apenas pude darme cuenta de que tus colmillos eran casi nada más grandes de lo normal. Y me miraste con cara de «¿Qué te pasa?», pero fui incapaz de responder.

—Pequeña, no te fíes de las apariencias, mucho menos del Chartreuse —sonreíste—. Ahora, debemos empezar con tus lecciones… Aprendes demasiado rápido —te pasaste una mano por el cuello.

Ni siquiera parpadeé y creo que tampoco cerré la boca.

—Pero no me mires así —dijiste divertido—. Pequeña, los tiempos cambian y nosotros también. Esos vampiros que tanto amas con acento raro y capa de ópera ya pasaron de moda, están muy vistos. Mi generación ha evolucionado para adaptarse a esta época, por el bien nuestro y el de los demás.

Entonces, me besaste en el cuello.



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