Pasiones by Rosa Montero

Pasiones by Rosa Montero

autor:Rosa Montero [Montero, Rosa]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Alfaguara
publicado: 2012-05-15T22:00:00+00:00


Hernán Cortés y la Malinche

Amor y traición

Éste es el relato de una doble traición: doña Marina, por amor a Cortés, traicionó a su pueblo, su raza, sus costumbres; pero Hernán Cortés terminó traicionando el amor absoluto de doña Marina. Él era un bribón que supo estar a la altura de unos tiempos heroicos. Ella era india y más conocida como la Malinche; es nuestra Pocahontas, o más bien Pocahontas es un pálido reflejo de la Malinche, porque la historia de doña Marina y Hernán Cortés se encuadra en un ámbito inconmensurablemente mayor, entre el fragor de mundos que entrechocan y vastos imperios que se derrumban. Cuando se conocieron, en 1519, doña Marina tenía quince años y Cortés treinta y cuatro.

El conquistador había nacido en Extremadura en 1485, hijo de unos hidalgos pobres. Estudió un par de cursos en Salamanca, en donde aprendió latín y gramática: pero era un muchacho demasiado inquieto para ser bachiller. Con dieciséis años abandonó los estudios y se dedicó a quemar los días. Era vividor, bala perdida, mujeriego; pero también audaz, creativo y ambicioso. Un personaje así tenía que sentirse por fuerza atraído por ese colosal y promisorio Nuevo Mundo que Colón acababa de descubrir. En 1502 se apuntó a una expedición a las Indias, pero ese primer viaje se vio frustrado por un lance amoroso: perseguido por un marido burlado, se cayó de un tejado y se rompió una pierna, perdiendo así la partida de los barcos. Al fin consiguió cruzar el océano y llegar a La Española (Santo Domingo) en 1504. Tenía diecinueve años.

Tuvo suerte: nada más llegar se alistó para luchar contra los indígenas rebeldes (un eufemismo de la época) capitaneados por la cacica Anacaona, y eso le valió un botín de tierras y esclavos. Convertido así en un hacendado, vivió durante cinco o seis años una existencia bárbara y opípara, manteniéndose con el trabajo de sus indios, revolcándose con sus indias (una de las cuales le dio una hija) y entreteniéndose en acuchillarse de cuando en cuando con otros españoles pendencieros, de resultas de lo cual le quedó para siempre un tajo en la boca.

Pero los indios y las tierras de La Española ya estaban todos repartidos, de modo que había que ponerse otra vez a conquistar para aumentar las rentas. Entonces Cortés participó en la toma de Cuba como secretario y tesorero de Diego Velázquez, que luego sería nombrado gobernador de la isla.

Con este Velázquez tuvo Cortés una relación rarísima; al parecer el gobernador robaba y no enviaba a la Corona española la quinta parte de beneficios que le correspondía, y Cortés se unió a los descontentos dispuestos a denunciarle al Rey. En todo ello se mezcló una mujer, Catalina Juárez, una española que era la enamorada de Cortés y hermana de la amante de Velázquez, no sé si me siguen en el culebrón. De resultas de este oscuro embrollo Cortés fue aprisionado dos veces por el gobernador y puesto con grilletes, y las dos veces se quitó milagrosamente las cadenas y consiguió escapar como si fuera un mago.



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