Nuevos caminos by Caroline Anderson

Nuevos caminos by Caroline Anderson

autor:Caroline Anderson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2001-08-09T22:00:00+00:00


—Hola, querida. ¡Ya estoy en casa! —gritó Michael, mientras entraba por la puerta trasera de la casa de Annie.

Un segundo después, la vergüenza le hacía cerrar los ojos.

—Lo siento —se disculpó—. No sabía que Annie tu viera compañía. Yo soy Michael.

Tendió la mano para saludar a las dos mujeres jóvenes que sonreían sentadas a la mesa.

—Yo soy Kate —dijo la más joven—. Y ella es Vicky. Somos las hijastras de Annie.

—Ah —dijo él—. Pues claro. ¿Está Annie en casa?

—Está arriba preparando nuestras camas. No nos esperaba hoy.

Kate lo miraba con curiosidad, pero la mirada de Vicky era aún más indagadora.

—¿Tienes costumbre de entrar así en las casas? —preguntó con voz menos amigable.

Su hermana la miró sorprendida.

—¡Vicky!

Michael no le tenía ningún miedo a Vicky, pero sacrificó su temperamento en aras de la armonía familiar.

—No, la verdad es que no. Annie me pidió que entrara sin llamar. Vengo a darle a Stephen su clase de ajedrez.

—¿En serio?

—En serio. ¿Tienes algún problema con eso?

—Sólo si lo usas como excusa para acostarte con ella —repuso Vicky.

Michael se quedó de piedra; estaba tan asombrado por el ataque como por la elección de palabras. Kate, entretanto, permanecía sentada perpleja.

—¡Vicky!

Después de un silencio bastante largo, Michael posó las dos manos sobre la mesa y miró fijamente a la joven.

—Si quisiera acostarme con tu madrastra, cosa que por cierto no te incumbe en absoluto, jamás usaría a su hijo como pretexto.

Después de decir aquello, se acercó a la puerta del pasillo y justo cuando la abría apareció Annie.

—Michael. No sabía que habías llegado. ¿Has conocido ya a las chicas?

—Oh, sí. Sólo un momento —dijo él con suavidad—. Pero ya me han puesto sobre aviso.

—¿En serio? Pues no podemos permitir que tengan una idea equivocada de nuestra relación —murmuró ella. A continuación agarró a Michael por detrás del cuello y lo besó en la boca.

Fue un beso muy breve, pero a él le entraron ganas de golpearse el pecho como Tarzán.

Annie le sonrió, lo soltó y siguió su camino.

—Stephen está en el estudio —le dijo—. ¿Por qué no pasas? Enseguida te llevo un té.

Vicky se levantó y salió por sus maletas al coche, después de lanzarle una mirada fría a Michael. Michael sintió cierta lástima por ella.

—No seas demasiado dura con ella —murmuró.

—¿Dura? Dura es lo que voy a ser. No te preocupes por Vicky. Lo superará.

—Annie... ella te quiere.

Los ojos de ella se ablandaron.

—Está bien. No la mataré... por lo menos esta vez.

Michael se alejó por el pasillo y Annie y Kate se quedaron solas en la cocina.

—Bien. ¿Quién va a contarme la verdad? —preguntó Annie.

Kate miró en otra dirección. Vicky suspiró.

—Ha entrado por la puerta diciendo «Hola, querida. Ya estoy en casa». ¿Qué esperabas que pensara?

—¿Y sólo por eso has intentado espantarlo? ¿De verdad que ha dicho eso?

Annie tomó la mano de su hijastra y la apretó suavemente.

—Vicky, es un amigo. Y la verdad es que no en tiendo por qué no podría estar con él si quisiera.

—Lo siento, es sólo que...

—¿Qué?

—Mi padre...

—Vicky, tu padre está muerto, cielo, y además, él y yo nunca tuvimos ese tipo de relación.



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