Narcisa by Jonathan Shaw

autor:Jonathan Shaw [Shaw, Jonathan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T00:00:00+00:00

¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!

«Si la psique infantil se prolonga hasta la vida adulta, ¿cómo se manifiesta su presencia?».

Harry M. Tiebout, psiquiatra

Mientras conducía, Narcisa continuó farfullando a mi espalda, cotorreando, parloteando como un chimpancé loco. Conforme iba acelerando y me adentraba en las calles concurridas de Copacabana, prácticamente iba colgando.

Ignorando mis ruegos para que se estuviese quieta, continuó tironeando, pasando su peso de un lado a otro, dando botes en el sillín, a punto de hacerme perder el control de la moto y salir volando entre el tráfico que nos venía de frente… ¡Me cago en Dios! A este paso vamos a terminar los dos muertos antes de que consiga llevar a esta chalada a casa… ¡Si hay algo que de verdad me toca los huevos es una zorra que no es capaz de estarse quieta en el asiento de atrás de una puta moto!

Después de un segundo aviso, se me acabó la paciencia.

Me aparté a un lado de la avenida y derrapé hasta frenar del todo frente al viejo Holiday Bar (el lugar donde me encontré a Narcisa de pie en medio de la niebla tras su vergonzoso regreso de Nueva York). Apagué el motor y me arrellané en silencio, furioso.

—¿Coño haces, Cigano? ¡Nooo! ¡No quiero que te paras en este sitio estúpido, venga venga! Anda, porra, vaiii! Venga venga venga…

Me di la vuelta, pegué mi cara cabreada a la suya y le grité a mi vez:

—¡Me importa una mierda lo que quieras, Narcisa! ¡Cállate la puta boca!

Las chispas de rabia crepitaron en oscilantes llamas de alto voltaje entre los dos, como un par de rottweilers gruñendo y tironeando de las correas.

—¡Me quiero ir ahora mismo! Venga, porra! ¡Venga! ¡Venga! ¡Venga!

Yo le espeté, imitándola:

—¡Quiero quiero! ¡Venga venga venga! ¡Eso es lo único que quieres hacer, Narcisa! ¡Venga venga venga! ¡Nada es lo bastante bueno, ningún sitio está bien! ¿La playa? ¡El agua de los cojones está demasiado húmeda! ¡Siempre fastidiándome, quejándote, cabreándote, lamentándote! ¡Venga venga venga! Quiero ir aquí, quiero ir allá. ¡Bueno, pues a tomar por culo! ¡Ahora paro porque no eres capaz ni de estarte quieta en el asiento de una puta moto a ochenta kilómetros por hora, burra, pasmada! ¡Que te jodan, Narcisa! ¿Que no ves la hora de morirte? ¡No hay problema, pero a mí no me arrastras contigo, tá ligada! Ni de coña, ¿lo pillas? ¿Lo pillas ya? ¿Lo entiendes?

Me devolvió una mirada furiosa durante un segundo. Acto seguido, como un relámpago, ya estaba bajada de la moto, de pie en la curva y chillando, berreando, con los ojos que se le salían de las cuencas, echando espumarajos por la boca y soltando perdigones de saliva.

—¡Cabrón de las pelotas, imbécil de mierda hijoputa, te odio, Cigano! ¡Me destrozas la vida y me has vuelto loca! ¡Te odio, te odio, te odio, capullo imbécil! ¡No me vas volver ver nunca más, nunca más me vas tocar, ya te puedes ir pajearte el resto de tu vida! ¡Vete y búscate una puta negra gorda y fea!

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