NADA ES LO QUE PARECE (Spanish Edition) by Mar Carrión

NADA ES LO QUE PARECE (Spanish Edition) by Mar Carrión

autor:Mar Carrión [Carrión, Mar]
La lengua: spa
Format: mobi
editor: Editorial Vanir
publicado: 2016-03-20T00:00:00+00:00


A media tarde, con el molesto sol incidiendo sobre el parabrisas delantero, Nick emprendió el regreso a Peebles con las manos vacías. Repasar la hemeroteca de los últimos cinco años tanto del condado de Adams como del condado de Franklin, había sido un trabajo tedioso y muy poco provechoso. Ningún periódico de ninguna de las dos regiones se había hecho eco de ninguna noticia relacionada con avistamientos ovnis. Eso no quería decir que no los hubiera habido, mucha gente no se atrevía a contar sus experiencias por miedo a que les tildaran de locos, pero si no estaban recogidas y documentadas de poco le servía que existieran.

Ya no había mucho más que hacer por allí, que Craig decidiera si la escasa información que habían recopilado era de interés para su revista o no. A Nick le resultaban mucho más interesantes los extraños comportamientos de la gente del pueblo, por no mencionar el empeño de la doctora Owen en darle una apariencia de normalidad al tema. Su intuición rara vez le fallaba, y ahora le decía que allí se estaba cociendo algo. Vería si podía continuar su investigación desde Cleveland porque no creía que pudiera convencer ni a Craig ni a Zoe para quedarse una noche más en Peebles. Ella ya tendría la maleta hecha y el despertador programado para que sonara a las siete de la mañana. Además, tampoco habría sabido qué motivo argumentar para justificar un alargamiento de su estancia.

Encontró a la señora Roberts dando una cabezada tras la mesa de recepción. Tenía la cabeza apoyada sobre el respaldo de su butaca y emitía un suave ronquido a través de los labios abiertos. No quiso despertarla, pero tenía el sueño tan ligero que abrió los ojos en cuanto puso el primer pie sobre la escalera.

—Buenas tardes, señor Rayner, me he quedado dormida.

—Siento haberla despertado.

—No se preocupe, tengo el sueño ligero —sonrió la mujer—. ¿Qué tal por Columbus?

—Bien, aunque he estado casi todo el tiempo encerrado en la biblioteca y apenas he visto la ciudad.

—La señorita Carpenter no está en su habitación, salió hace algo más de… —Consultó su reloj—. Una hora.

No le había preguntado sobre Zoe, pero ya que había sacado el tema se interesó por su paradero.

—¿Sabe adónde ha ido?

—No me lo dijo, pero vi que se había calzado unas zapatillas deportivas, así que supongo que salió a pasear por el campo.

Los ojillos grises de la anciana tenían un brillo picaresco.

—Gracias por la información, señora Roberts.

Se dio una ducha para deshacerse del sudor pegajoso del día y comprobó que Zoe aún no había recogido sus productos de belleza. El neceser estaba abierto y tanto el gel con olor a fresa y el champú, descansaban sobre la repisa de la bañera. Su albornoz blanco estaba colgado detrás de la puerta y todavía estaba húmedo. Acarició la tela con el dorso de los dedos y las fantasías volvieron a asediarlo. Cada vez que entraba en ese baño no podía evitar imaginarla desnuda, con el agua enjabonada deslizándose sinuosa sobre cada



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