Mi hijo secreto by Barbara Hannay

Mi hijo secreto by Barbara Hannay

autor:Barbara Hannay
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2011-09-08T19:58:13+00:00


¿Has estado cocinando?

—Creí que debería alentar a Ethan a que fuera al colegio esta semana, así que le he preparado algunas cosas buenas para su comida.

—Qué afortunado es Ethan.

Mary tenía los nervios a flor de piel cuando lo condujo hasta el salón. Se miró en el espejo que había sobre la chimenea y vio que algunos de sus mechones se habían soltado de la pinza que usaba para recogerse el pelo mientras cocinaba. En cuanto a la camiseta, tenía manchas de harina y cacao. Estaba hecha un desastre.

—¿Te apetece un té? —preguntó de manera formal.

—No, gracias.

Estaba en pie sobre la alfombra turca, robándole el aliento porque tenía un aspecto formidable a pesar de ir vestido simplemente con unos vaqueros y una camisa azul oscuro. Tenía el pelo brillante y negro y sus ojos eran tan oscuros como el café. Era agradable verlo. Quería mirarlo y mirarlo.

Mary abrió la boca para pedirle que se sentara, pero antes de que pudiera hablar, él dijo:

—Siento la manera en que te hablé anoche.

—No tienes por qué disculparte.

—Sí tengo —dijo él frunciendo el ceño—. Y hay algo más. Creo que lo que voy a decirte no te va a hacer la vida más fácil, Mary, pero tengo que decirlo.

A Mary comenzó a martillearle el corazón en el pecho.

Tom tomó aliento y lo soltó lentamente.

—Ed y yo éramos buenos amigos. Realmente me encantaba ese tipo, pero has de comprender que no va a volver. Nadie podría haber sobrevivido a esa caída.

—Estoy comenzando a darme cuenta de que debe de ser verdad.

—Es verdad, Mary. Yo lo creo, y no diría lo que voy a decir si no fuera así. Es sólo que no puedo marcharme de aquí sin hacerte saber lo mucho que aún significas para mí.

Mary se sintió sobrecogida, con un escalofrío como el que sentía una bailarina cuando se lanza al aire y ha de confiar en que su compañero la sostenga al caer.

—No puedo fingir que he estado pensando en ti todos estos años. De hecho estaba muy seguro de haber conseguido apartar tu imagen de mi cabeza, pero… —

prosiguió él con una sonrisa—. O una parte de ti se quedó conmigo o tú te llevaste una parte de mí cuando te fuiste. No sé bien lo que ocurrió, pero ahora que te veo de nuevo me doy cuenta de que nunca he sido del todo libre con respecto a ti —añadió, y dio un paso al frente.

—A mí me pasa lo mismo, Tom.

Durante unos segundos se quedaron ahí parados, mirándose. Mary se sentía iluminada, como si alguien hubiera colocado luces de fiesta sobre su cabeza.

—Me sentía muy mal al pensar en dejarte marchar a Australia sin decirte cómo me sentía —dijo ella—. Pero no sabía cómo empezar. Es todo muy complicado. Me da miedo herirte, y me siento mal por Ed, y me siento culpable por desearte. No puedo saber lo que es correcto.

—Mary y sus contradicciones —dijo él—. En realidad yo estoy igual. He estado volviéndome loco toda la noche.

Él estiró el brazo y le tocó la mejilla.



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