Mentideros de la memoria by Gonzalo Celorio

Mentideros de la memoria by Gonzalo Celorio

autor:Gonzalo Celorio [Celorio, Gonzalo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-06-01T00:00:00+00:00


Di gracias por el bogotano Antonio Nariño, que muy temprano, en 1793, realizó la primera traducción al español de la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano, con lo que los hizo extensivos a todos los nacidos de este lado del Mar Océano, y la editó clandestinamente en hojas de papel volante que, en efecto, volaron por todas partes e insuflaron los ánimos independentistas de las colonias españolas de nuestra América. Di gracias por el monte verde y la bruma de Bogotá, que auspician la escapatoria de la urbe por el camino vertical de las ensoñaciones; por los tejados de La Candelaria, que coronan los edificios del barrio y hasta las cúpulas de la catedral; por los retablos barrocos de sus iglesias y los balcones esquinados de sus casas; por el ron viejo de Caldas y por el nombre de la ciudad de Cartagena de Indias, que amuralló, con sus piratas y sus bucaneros, mi corazón de niño; por los ladrillos de juguete con los que el arquitecto Rogelio Salmona construyó escuelas, archivos, bibliotecas, museos; por las navegaciones de Álvaro Mutis, renovado marinero en tierra; por las mujeres colombianas, que pueden preguntar, con un dativo ético que las involucra responsablemente en el estado de ánimo del preguntado: ¿Cómo me le va?

Un discurso, el último, rompió con este tono de amor y de esperanza. Se desmoronó la Santa Fe, la toponímica, la teologal, pero sobre todo la otra: la que nos reunía, la que nos convocaba, la que nos esperanzaba. Lo pronunció Fernando Vallejo, quien, para mi desconcierto, estaba en la nómina de los escritores extranjeros. Había abjurado de la nacionalidad colombiana y había adquirido la mexicana tras una larga estancia en México. Reproduzco buena parte de su discurso, dirigido a los jóvenes colombianos, en el que campean las exhortaciones incendiarias:

Muchachitos de Colombia:

Ustedes que han tenido la mala suerte de nacer, y en el país más loco del planeta, no le sigan la corriente, no se dejen arrastrar por su locura.

El cielo y la felicidad no existen. Estos son cuentos de sus papás para justificar el crimen de haberlos traído a este mundo […].

No se reproduzcan. No hagan con otros lo que hicieron con ustedes, no paguen en la misma moneda, el mal con el mal, que imponer la vida es el crimen máximo. Dejen tranquilo al que no existe, al que no está pidiendo venir, en la paz de la nada. Total, a esa es a la que tenemos que volver.

La patria que les cupo en suerte, que nos cupo en suerte, es un país en bancarrota, en desbandada. Unas pobres ruinas de lo poco que antes fue. Miles de secuestrados, miles y miles de asesinados, millones de desempleados, millones de exiliados, millones de desplazados, el campo en ruinas, la industria en ruinas, la justicia en ruinas, el porvenir cerrado: eso es lo que les tocó a ustedes. Los compadezco. Les fue peor que a mí. Y como yo, que un día me tuve que ir y justo



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