Memorias II: Los años de la derrota by Erwin Rommel

Memorias II: Los años de la derrota by Erwin Rommel

autor:Erwin Rommel [Rommel, Erwin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia, Memorias, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 1954-01-01T00:00:00+00:00


18 febrero 1943.

Queridísima Lu:

Mi salud se mantiene buena, por el momento. Pero aun así, creo que mi relevo es inminente. No es preciso decirte hasta qué punto me disgusta. Sin embargo, nada puede hacerse para evitarlo. Confío en que el próximo tratamiento me devuelva la energía y el vigor, con el fin de proseguir actuando como hasta la fecha.

Las operaciones siguientes habrían tropezado con muy serios peligros, si el mando adversario hubiese adoptado medidas correctas, lanzando al grueso de sus fuerzas contra nuestro prolongado flanco, con objeto de ocupar las bases de aprovisionamiento, dejando a nuestras tropas de vanguardia desprovistas de lo más necesario. Pero los jefes que sólo han librado batallas teóricas, tienden a reaccionar de manera directa y no indirecta ante los movimientos enemigos[52]. Por regla general, los principiantes carecen de nervio para adoptar decisiones basadas solamente en la experiencia, desechando aquello que pesa de manera más notoria en su cerebro.

Estaba convencido de que un avance hacia más allá de Tebessa, llevado a cabo por las fuerzas acorazadas y motorizadas de los dos Ejércitos, obligaría a ingleses y americanos a trasladar a Argel el grueso de sus unidades, retrasando así sus preparativos para una ofensiva. Para que el golpe obtuviera el deseado éxito, se hacía imprescindible no perder ni un solo día, y disponer de elementos suficientes para arrollar cualquier resistencia enemiga y abrirse camino hasta la carretera. El avance hacia el norte debía penetrar lo suficiente tras las líneas enemigas, para asegurarnos de que no afluirían reservas a los pasos. Tenía la seguridad de que manteniéndonos en cierto número de aquéllos, así como en posiciones estratégicas en las carreteras, podríamos contener los ataques que no dejarían de producirse sobre nuestro flanco. Sin embargo, era dudoso que el enemigo se dejase arrebatar la iniciativa por mis fuerzas de ataque.

El coronel General Von Arnim no estaba preparado para reconocer las posibilidades de triunfo derivadas de aquella operación, quizá por desear que la 10.a División Panzer se mantuviera bajo su mando, permitiéndole así una pequeña exhibición particular. En consecuencia, se pronunció enérgicamente contra el plan, aunque no se encontraba en condiciones de captar con claridad sus ventajas, ya que carecía de experiencia en las batallas contra nuestros enemigos occidentales, y nada sabía de las debilidades de su mando.

Decidí, pues, transmitir mi propuesta al Commando Supremo y a la Jefatura de la Zona Sur. Bayerlein se las arregló para convencer al General Seidemann (jefe de las Fuerzas Aéreas en Túnez) sobre las posibilidades que ofrecía la operación. Deposité mi confianza en el habitual optimismo de Kesselring (Jefatura de la zona sur) y en los italianos, de los que esperaba un asentimiento absoluto, ya que se trataba de avanzar.

El Duce necesitaba urgentemente una victoria para fortalecer su posición política.

Por la noche, Kesselring me informó de que estaba de acuerdo con el plan, y que así lo haría constar cerca del Commando Supremo. A partir de aquel momento, nos consumimos de impaciencia, aguardando una respuesta. A medianoche no había ocurrido nada. Se hacía evidente que los italianos no tenían prisa.



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