Matademonios by William King

Matademonios by William King

autor:William King [King, William]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1999-04-23T04:00:00+00:00


ONCE

Rumbo al Norte

Félix se reunió con la multitud de campesinos que había en el patio y alzó los ojos hacia la nave. Estaban cargando provisiones, lo que le recordó el desagradable hecho de que se marcharían de allí demasiado pronto.

Desde el patio podía ver cajas grandes y pequeñas, y enormes sacos de cuero, que eran izados con cables por la torre, y luego transportados a mano por la pasarela hasta el interior de la nave. Daba la impresión de que los enanos tenían intención de llevar abundante vodka a bordo para complementar los barriles de cerveza, porque, como había señalado Snorri, nunca se podía ser demasiado cuidadoso con esas cosas. No obstante, la mayoría de las provisiones eran de una naturaleza más básica: carne de caribú ahumada y secada al sol, centenares de panes negros y una cantidad equivalente de enormes quesos redondos. Con independencia de cualquier otra cosa que pudiese suceder, Félix dudaba que fuesen a morir de inanición, a menos que pasasen muchísimo tiempo en los Desiertos del Caos. No obstante, por supuesto, la muerte por inanición era la última de sus preocupaciones.

Había advertido que los enanos estaban modificando la nave. Sobre los agujeros de respiración que permitían la entrada de aire en la barquilla, se habían ajustado pantallas de tejido fino. Supuestamente éstas debían filtrar el aire para que no entrase el polvo causante de mutaciones que se levantaba de los Desiertos del Caos. Había enanos colgados de cuerdas, que se entrecruzaban unas con otras, a los lados de la nave aérea; realizaban pequeñas modificaciones en los motores y rotores.

También se llevaban a cabo otros preparativos, aparte de ésos. Desde hacía varios días, Max Schreiber se había retirado a una pequeña torre cercana a la mansión para ejecutar algún ritual arcano. Por la noche, Félix podía ver a veces un resplandor sobrenatural que iluminaba las ventanas de la torre y sentir el extraño erizarse de los cabellos de la nuca que le indicaba que se estaba haciendo magia en las inmediaciones. Si esto molestaba a alguno de los otros, no lo demostraba. El poeta suponía que Borek les había dicho que el cometido del hechicero era contribuir a protegerlos de la influencia maligna del Caos, y parecía que el hechicero estaba haciendo precisamente eso. El propio Schreiber le explicó que había dejado aquel asunto para el último instante porque la magia perdía poder con el paso del tiempo, así que cuanto más cerca de la meta hiciese los encantamientos más durarían en los Desiertos. Félix no veía razón alguna para dudar de la pericia del mago sobre el tema.

Mientras miraba a lo alto vio cómo los ingenieros trepaban por el tejido de los laterales del globo y sujetaban en él cosas que tenían que ser amuletos de piedras preciosas por la forma en que brillaban algunos cuando reflejaban la luz. Sabía que los ojos del mascarón de proa habían sido reemplazados por dos gemas que relumbraban de manera extraña, dado que había estado una o dos veces



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