Los piratas fantasmas by William Hope Hodgson

Los piratas fantasmas by William Hope Hodgson

autor:William Hope Hodgson
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: Piratas, Sobrenatural, Fantasmas
ISBN: 9788477022862
editor: Valdemar
publicado: 2012-08-03T08:30:01+00:00


X: MANOS QUE TE AGARRABAN

Nada más llegar a cubierta, el segundo oficial dio una orden:

—¡Sobre los chafaldetes y brioles del palo de mesana —y abrió la marcha en dirección al castillo de popa. Se detuvo junto a las drizas, dispuesto a arriar la vela. Mientras me dirigía al chafaldete de estribor, vi que el viejo se hallaba en el puente, y al coger el cabo, le escuché dar órdenes al segundo oficial.

—Señor Tulipson, que toda la tripulación eche una mano para acortar.

—Muy bien, señor —contestó el segundo oficial. Luego subió el tono de voz—: Jessop, ve a proa y llama a toda la tripulación para acortar velas. De camino avisa también al contramaestre.

—A la orden, señor —respondí, y me fui corriendo a realizar mi cometido.

Mientras me alejaba, oí que le decía a Tammy que fuese a llamar al primer oficial.

Al llegar al castillo de proa asomé la cabeza por la puerta de estribor; algunos marineros se disponían a acostarse en sus literas.

—¡Todo el mundo a cubierta! ¡Hay que acortar! —grité.

Entré.

—Ya lo decía yo —masculló uno de los marineros.

—¡Malditos sean si piensan que vamos a subir hasta allá arriba después de todo lo que ha sucedido esta noche! —exclamó otro.

—Nosotros ya hemos subido al sobrejuanete del palo mayor —respondí—. El segundo nos hizo compañía.

—¿Cómo? —dijo el primer marinero—. ¿El segundo oficial en persona?

—Sí —contesté—. Toda la bendita guardia vino detrás.

—¿Y qué ha pasado? —preguntó.

—Nada —dije—. Absolutamente nada. Cada uno ha aferrado un trocito y luego volvimos abajo.

—Me da igual —insistió el segundo marinero—. No pienso subir después de lo que ha pasado.

—Bueno —repliqué—, no se trata de que pienses o no pienses subir. El caso es que hay que aferrar las velas o se producirá un desastre. Uno de los aprendices me ha dicho que el barómetro está bajando.

—Vamos, muchachos —dijo uno de los marineros de más edad, levantándose de su cofre—. ¿Qué tiempo hace fuera?

—Está lloviendo —contesté—. Vais a necesitar los capotes.

Dudé unos momentos antes de volver a cubierta. Me había parecido escuchar un leve gemido procedente de una de las literas envueltas en la oscuridad del fondo.

—¡Pobre desgraciado! —pensé.

En esos momentos, el viejo que había hablado en último lugar llamó mi atención.

—¡Está bien, marinero! —dijo, un tanto irritado—.

No hace falta que nos esperes. Dentro de un minuto estaremos todos fuera.

—De acuerdo. No os estaba esperando a vosotros —aclaré, y me acerqué a la litera de Jacobs. Poco antes se había colocado una especie de cortinillas, confeccionadas con tela de saco, para protegerse de las corrientes de aire. Alguien las había corrido, así que tuve que apartarlas para poder verle. Se encontraba tendido de espaldas y respiraba de una manera extraña. En la penumbra no podía distinguir su rostro con claridad, pero parecía muy pálido.

—Jacobs —dije—. Jacobs, ¿cómo te encuentras? —pero no hizo movimiento alguno ni nada que me diese a entender que había escuchado mis palabras. Así que, después de esperar un rato, volví a correr las cortinillas y le dejé solo.

—¿Cómo está? —preguntó uno de los marineros mientras me dirigía a la puerta.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.