Los misterios de udolfo by Ann Radcliffe

Los misterios de udolfo by Ann Radcliffe

autor:Ann Radcliffe [Radcliffe, Ann]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
ISBN: 84-7702-063-9
publicado: 1793-12-31T23:00:00+00:00


VOLUMEN III

Capítulo I

Os aconsejaré dónde debéis colocaros;

os informaré con perfecto control del tiempo,

del momento justo; porque debe ser hecho esta noche. MACBETH

Emily se vio sorprendida al día siguiente al descubrir que Annette tenía noticia de que madame Montoni estaba confinada en la cámara que había sobre la puerta de entrada y de su preparada visita aquella misma noche. Que aquella circunstancia, que Bamardine le había pedido solemnemente que ocultara, y él mismo se la había comunicado a una oyente tan indiscreta como Annette, parecía muy improbable, a pesar de que la hubiera enviado con un mensaje relativo a la proyectada entrevista. Solicitaba que Emily se encontrara con él en la terraza, sin ir acompañada, un poco después de medianoche, y que él la conduciría al lugar que le había prometido; proposición que le hizo temblar de inmediato, ya que mil vagos temores asaltaron su mente, similares a los que la habían atormentado la noche anterior, y ante los cuales no sabía si confiar o rechazar la propuesta. Con frecuencia pensaba que Barnardine podía haberle engañado en relación a madame Montoni, cuyo asesino tal vez era él mismo, y que lo había hecho por orden de Montoni, como medio más fácil para conducirla a los designios desesperados de este último. Así, tuvo la terrible sospecha de que madame Montoni ya no vivía, acompañada de la no menos aterrorizadora sospecha por ella misma. A menos que el crimen que pudiera haber sufrido su tía hubiera sido instigado por el resentimiento y sin relación alguna con el beneficio, un motivo por el que Montoni no parecía actuar, sus objetivos no se alcanzarían hasta que la sobrina estuviera también muerta, ya que Montoni sabía que las propiedades de su esposa pasarían a ella. Emily recordó las palabras por las que fue informada de que las propiedades en discusión de Francia pasarían a su poder, si madame Montoni moría, al no haberlas consignado a su marido, y la anterior y obstinada perseverancia de ella hacía demasiado probable que hubiera logrado finalmente retenerlas. En ese momento, recordando la actitud de Barnardine en la noche anterior, creyó que no se equivocaba y que expresaba un triunfo malvado. Sintió un escalofrío al recordarlo, que confirmaba sus temores y decidió no encontrarse con él en la terraza. Poco después se inclinó a considerar estas sospechas como exageraciones extravagantes de una mente tímida e inquieta y no pudo creer que Montoni fuera capaz de una depravación tan espantosa, hasta el extremo de destruir por aquel motivo a su esposa y a su sobrina. Se culpó por tener aquella imaginación romántica que la llevaba más allá de los límites de la probabilidad y decidió tratar de controlar sus rápidas deducciones, sobre todo porque en algún momento podrían conducirle a la locura. Sin embargo, seguía temblando ante la idea de encontrarse con Bamardine en la terraza a medianoche y, al mismo tiempo, deseaba liberarse de aquella terrible inquietud por su tía, verla y consolarla en sus sufrimientos, lo que hizo que dudara ante lo que debía hacer.



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