Los incendiarios by Jan Carson

Los incendiarios by Jan Carson

autor:Jan Carson [Carson, Jan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-23T00:00:00+00:00


LA NIÑA QUE A VECES ES UN BARCO

n el jardín de una casa del final de Castlereagh, Lucy Anderson se está convirtiendo en barco por tercera vez esta semana. Está de pie en la piscina hinchable de su hermana, con el agua hasta los tobillos, esperando. Su padre ha dejado crecer el seto para que los vecinos no la vean. Lucy prefiere ser un barco en el río. Le gusta deslizarse por el estanque de Victoria Park junto a los cisnes de cuello arqueado. Pero a veces la necesidad de cambiar la asalta de repente y no hay tiempo más que para el jardín y la piscina hinchable, con sus dibujos chillones de peces tropicales. La privacidad es fundamental. De ahí el seto y las cortinas echadas en toda la casa. No puede ser que algún desconocido que pase por allí —un cartero o un político haciendo campaña— se asome a la ventana y se encuentre con la pálida cara de Lucy en tensión en la proa de un barco, con sus extremidades transformadas en las tablas de la cubierta.

Lucy espera en el agua tibia. Espera pacientemente mientras su cuerpo se va desprendiendo de su pesadez, como la humedad que cae de la ropa tendida en forma de gotas de agua. Como de costumbre, empieza a sentir molestias en los huesos. No llega a ser exactamente doloroso. Se le estiran. Se le retuercen. Partes que estaban separadas acaban juntas. Tampoco es normal. Lucy no sabe explicar con exactitud qué es lo que está haciendo su cuerpo ahora mismo. Transformarse. Volverse. Cachondearse. Con el tiempo ha acabado refiriéndose a ello como «cambiar» y, cuando ya ha pasado, se siente como si la hubieran crucificado. No va a poder agacharse en una semana. En el momento es una delicia, eso sí. Sus huesos están hechos de aire, sus músculos son como plumas y el hálito de sus pulmones no es hálito sino algo más ligero, quizá helio, o puede que puras nubes blancas. Entonces Lucy ya no es la muchacha regordeta a quien ve reflejada cuando se mira al espejo. No es una chica corpulenta, fornida ni de muslos gruesos. En el agua, Lucy es pura ligereza. Flota, se desliza con movimientos gráciles, como se describirían los de una joven elegante, por ejemplo una bailarina o una modelo de pasarela.

Lucy ya se ha convertido en barco 149 veces. No se acuerda de la primera vez que cambió. Solo tenía dos años y apenas había un día en que su cuerpecito no descubriera alguna nueva habilidad. ¿Quién sabe si quizá lo aceptó con naturalidad, incorporando lo de convertirse en barco a andar, hablar y todos los demás trucos que había aprendido a hacer últimamente? Sus padres le han contado que después se pasó horas aullando. «Solo era un charco», dicen, y le cuentan que el ruido que hizo su cuerpo fue una cosa escalofriante, como cerillas partiéndose y una goma estirada hasta no dar más de sí. Su padre nunca ha llegado a recuperarse de la impresión.



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