Los huesos ocultos by Patricia Gibney

Los huesos ocultos by Patricia Gibney

autor:Patricia Gibney [Gibney, Patricia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-09-22T00:00:00+00:00


* * *

El día se iba haciendo más cálido y Kevin lamentó no tener una chaqueta más liviana, porque se estaba asando. De pie bajo los árboles enfrente de la casa de Anita, observó con interés a Gallagher saliendo por la puerta como una exhalación, seguido de una mujer con el pelo recogido en una coleta corta. Lo llamaba diciéndole que volviera, pero Gallagher cruzó la valla, giró en dirección a la ciudad y siguió su camino.

Kevin salió de debajo de los árboles y alcanzó a ver a la mujer entrando de nuevo en la casa. Bajó la cabeza y apresuró el paso. En algún momento tendría que hablar con Jack, y ese parecía tan bueno como cualquier otro, sin nadie más alrededor.

En la esquina junto a la farmacia, Jack se detuvo y Kevin se quedó atrás, observando. Jack giró a la derecha, junto al canal. Perfecto. Kevin lo siguió, respirando con dificultad. Cuando estuvo justo detrás, alargó la mano para tocarlo.

El hombretón giró en redondo con el puño en alto. Kevin se agachó.

—¿Por qué te me acercas así por detrás? Podría haberte tirado al canal.

—Perdona, Jack. Estoy asustado. Después de lo que le ha pasado a Isabel y todo…

Jack lo agarró por el hombro de la chaqueta y se lo acercó al pecho. La saliva salpicó el rostro de Kevin cuando el hombretón alzó la voz. Tal vez aquello era un error. Tal vez debería mantener la boca cerrada. «No digas nada», gorjeó una voz en su cabeza.

—¿Qué sabes sobre lo que le ha pasado a mi mujer?

—Juro por Dios que no sé nada. La policía está por todas partes. Me aterroriza que piensen que fui yo. —Kevin no podía respirar cuando Jack le rodeó la garganta con la mano y se lo acercó a la cara.

—Están preguntando por ti. ¿Por qué crees que lo hacen? Deben de creer que la mataste tú.

—Te juro que te estoy diciendo la verdad. Nunca le habría hecho daño. —Kevin no pudo impedir que los mocos le gotearan de la nariz. Jack lo hacía sentir como un niño inútil—. Isabel era buena conmigo.

—¿Ah sí? ¿Y acaso yo no? Inventándome trabajos para ti para que estuviera contenta. Ahora que lo pienso, tal vez había algún rollo guarro entre vosotros dos.

—No digas eso. No le faltes el respeto así.

—¿Faltarle el respeto? Te voy a enseñar lo que es faltar el respeto, pedazo de rata.

Kevin casi cayó de rodillas cuando Jack le soltó la garganta. El alivio fue solo temporal. Un puñetazo lo alcanzó en el costado de la cabeza y un puñetazo golpeó su pecho. Oyó una salpicadura estruendosa y se dio cuenta de que había caído en la pestilente agua.

—¡Ayuda! —gritó.

—Puedes irte a tomar por culo si crees que voy a ayudarte, pedazo de mierda. ¡Y no te acerques a mi hija!

Kevin agitó los brazos en el canal tratando de hacer pie, pero no encontraba el fondo. El agua le cubrió la cabeza y tragó. Fue entonces cuando recordó que no sabía nadar.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.