Los Hijos del Armero by J. G. T'raven

Los Hijos del Armero by J. G. T'raven

autor:J. G. T'raven [T'raven, J. G.]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2015-10-11T22:00:00+00:00


Bruno, había citado a Liza en el exterior de una iglesia cercana a su casa. Sus padres como siempre, llegarían hasta tarde, no se enterarían de nada. A sus amigas les había contado que visitaría a unos tíos después de la escuela, por eso no las podría acompañar esa tarde. De acuerdo a las instrucciones del chico vestiría el uniforme escolar, llevaría el pelo recogido en una cola y no usaría maquillaje. Confiaba en las sugerencias de aquel joven experto, después de todo, tantas y tantas jovencitas como ella que hoy aparecían en las principales revistas y hasta salían en TV habían sido descubiertas por él. Había sólo una pequeña neurona de su cerebro que recordaba a Gío pero trataba de mantenerla bien sujeta y escondida, sabía que si se desataba volvería a desencadenar ese sentimiento hacia el músico que tanto la confundía. No pensaría en él, se lo prohibió, en cambio enfocaría su mente y su cuerpo a la oportunidad que se le presentaba ese día. Nada saldría mal, nada. Se sentó en una banca para esperar, no tuvo que hacerlo por más de dos minutos. El Mini Cooper de Danny aparcó sin apagar el motor.

Bruno descendió del auto con una gran sonrisa, la abrazó con ternura y besó su mejilla como si fuera una hermanita con muchos años de no ver. La condujo al coche y subió al asiento trasero después de ella.

–¡Pero qué hermosa mujer! – comentó Danny, mientras la veía a través del espejo retrovisor.

–¡Esas expertas italianas se van a quedar con la boca abierta! – apoyó Zaid.

La chica no podía articular palabra, sólo sonreía y cambiaba a rojo el color de su rostro. Bruno que la tenía al lado, la miraba con orgullo como si fuera una creación suya. Durante el trayecto aquel grupo de rufianes no dejaba de dar instrucciones a la chica, incluso la hacían repetir alguna sin darle tiempo de mirar a su alrededor. Todo formaba parte del plan para distraerla. Liza estaba encantada, con ese apoyo todo saldría perfecto, incluso tal vez cuando ella fuera una modelo exitosa brindaría a sus amigas el mismo soporte que ella recibía de sus amigos. Aquellos chicos eran muy educados, sabían mucho, habían estado en muchas partes del mundo y conocían a personas importantes del negocio de la moda, también a grandes artistas con los que llevaban amistad. Una relampagueante idea pasó por su cabeza ¿Era eso lo que deseaba? No había olvidado que la sencillez y la autenticidad de los chicos de la banda habían sido lo que más les admiraba. Ellos no vestían ropas caras, vaya, ni siquiera tenían poses, siempre eran ellos mismos, los chicos divertidos que se reían de todo, disfrutaban de la música así como de la compañía de ella y sus amigas. No importaba, cuando fuera famosa mantendría el contacto con ellos… principalmente con Gío. Lo perdonaría, pensó en su delirio de fama.

Aunque el camino fue largo gracias a los rodeos innecesarios, a Liza le pareció corto, pensaba que le harían falta más sabios consejos.



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