Los hijos by Gay Talese

Los hijos by Gay Talese

autor:Gay Talese [Talese, Gay]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1992-01-01T00:00:00+00:00


25.

El ataque sorpresa que mató a Muffo, Branca y a otros dos soldados de la unidad de Antonio, e hirió a media docena más, fue uno de los muchos reveses sufridos por las patrullas de reconocimiento italianas a principios del verano de 1915; y la cosa solo fue a peor en las semanas posteriores, cuando comenzaron las grandes batallas —en las que los italianos intentaron escalar los picos estratégicos y derribar al enemigo encaramado a ese frente rocoso y escarpado de seiscientos kilómetros—. Pero pronto quedó claro que morían más italianos de los que llegaban a la cumbre, y a final de año el número de bajas estremeció a la nación. Habían muerto más de 62 000 soldados italianos, y los heridos ascendían a 170 000, y lo único que había ganado Italia era humillación y dolor. Los austríacos seguían controlando las cumbres principales, y no había razón alguna para pensar que la situación fuese a variar.

Eso no era lo que los italianos habían esperado cuando, en mayo de 1915, el país entró en guerra. En aquella época, la participación italiana se veía como una aventura limitada, algo no muy distinto a la reciente campaña de Libia, con mucho que ganar y poco que perder. Se creía que Austria, ya en guerra con Serbia en los Balcanes y con Rusia en el frente oriental, ofrecería escasa resistencia en sus fronteras meridionales a la invasión italiana. Los estrategas italianos, sin embargo, habían infravalorado la fuerza y tenacidad del ejército austríaco; y ahora, después de ese baño de sangre no previsto, surgían enconados debates en el Parlamento italiano, protestas en pueblos y ciudades, y se exigía la dimisión del comandante en jefe italiano, el general conde Cadorna.

Pero el general Cadorna rechazó que él o su Estado Mayor fueran totalmente responsables del deprimente giro que habían tomado los acontecimientos. Habían sido los políticos, y no él, quienes habían llevado a Italia a la guerra; y la guerra que le habían legado había obligado a esas tropas jóvenes e inexpertas a luchar contra fuerzas situadas a más altura cada vez que se aventuraban en territorio enemigo, mientras que el inadecuado suministro de armamento y munición en el bando italiano proporcionaba una ventaja añadida a los austríacos, mejor equipados. La capacidad industrial de Italia, incluso a su máxima eficiencia, no podía competir con una Austria aliada con Alemania (Italia no tenía carbón, y antes de la guerra había importado el equipo y maquinaria sobre todo de Alemania); y el general Cadorna también consideraba que la baja moral de los combatientes italianos obedecía asimismo a la propaganda antibelicista de los socialistas y otros ciudadanos antipatrióticos del país, que diseminaban las disensiones y la duda.

Entre los que dudaban, sin embargo, se contaban varios de los oficiales de mayor grado y soldados veteranos del general. A menudo lo veían como un peón de los demás comandantes aliados, un hombre que sacrificaba de manera innecesaria a sus tropas en arriesgados ataques contra los austríacos en respuesta a los deseos de sus colegas de alto rango.



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