Los Galeones Del Rey by Jose Calvo Poyato

Los Galeones Del Rey by Jose Calvo Poyato

autor:Jose Calvo Poyato
La lengua: es
Format: mobi
Tags: sf_history
ISBN: 9788499080277
editor: Debolsillo. Random House Mondadori
publicado: 2008-12-31T23:00:00+00:00


En la plaza del Salvador también se había dado cita una numerosa concurrencia, pero era inferior a la que abarrotaba los aledaños del templo metropolitano. La razón había que buscarla en la rivalidad existente entre las propias cofradías. Todas consideraban que la imagen de sus amores y la que centraba sus devociones y cultos era la más merecedora de que se le rindiese, en ocasión tan especial, el tributo de toda una ciudad rendida a sus pies. Hubo fuertes discusiones a la hora de efectuar la elección. Aquel debate no se había producido en torno a la Virgen de los Reyes porque, honrada como patrona de la ciudad, fue señalada por la autoridad eclesiástica y aceptada por las hermandades y cofradías. Otra cosa fue a la hora de determinar al Cristo. En la propuesta de que fuese el De la Buena Muerte pesó la gran influencia de don Juan de Manara y su arraigada amistad con el deán de la catedral, convertido en ausencia del obispo en la primera autoridad religiosa de la ciudad. Sin embargo, la protesta de los hermanos mayores presentes en la reunión fue general.

Particular resistencia ofrecieron las cofradías de San Roque y de San Sebastián, cuyos santos titulares eran considerados y reconocidos por la propia autoridad eclesiástica como los mejores y más poderosos abogados contra la peste. Otros arguyeron que era San Laureano, un santo cuya advocación tenía gran predicamento en la ciudad, la imagen que debería recibir el tributo popular en aquellas adversas condiciones. En fin, se señaló, y ésta fue una opinión muy compartida, que el Cristo de la Buena Muerte era imagen nueva y no acreditada, cuya veneración entre el pueblo de Sevilla no estaba probada, aunque, eso sí, era obra de extraordinaria belleza y vigor la que el maestro Loaysa había labrado para la Santa Caridad. Se sostuvo también que procesionar una imagen carente de tradición suponía una peligrosa novedad, que era contraria a los usos y costumbres establecidos en la ciudad.

Al final, el debate quedó saldado por la imposición de la jerarquía eclesiástica, cuya condescendencia había llegado a extremos poco recomendables en la reunión celebrada, al admitir proposiciones contrarias a sus planteamientos, aunque hubiesen sido formuladas con las expresiones más respetuosas. La decisión de que sería el Cristo de la Buena Muerte la imagen que recorrería las calles de Sevilla fue acatada con piadosa mansedumbre por los cofrades, como convenía al buen gobierno de las cosas de Dios y a la salvación de las almas de los mortales.

Hasta el Salvador habían llegado las cofradías que, según el plan establecido, habrían de acompañar a la imagen. Lo habían hecho sin entusiasmo, solo por la obligación que tenían de asumir las decisiones de la autoridad religiosa. También se dieron cita en esta iglesia algunos frailes de las órdenes más importantes, aquellas que tenían abiertos en Sevilla varios establecimientos religiosos, como era el caso de los dominicos y los franciscanos. Cuando Jerónimo llegó, ya estaban allí los miembros de la junta de gobierno de



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