Los doce trabajos de Flavia Gémina by Caroline Lawrence

Los doce trabajos de Flavia Gémina by Caroline Lawrence

autor:Caroline Lawrence [Lawrence, Caroline]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Lupo se escondió detrás de una columna y aguardó hasta que los grupos de borrachos alborotadores salieron de la taberna y se encaminaron a sus casas. Luego miró otra vez el trocito de papiro. Se alegraba de haber aprendido a leer. Unos meses antes, las marcas negras no habrían significado nada para él, pero ahora provocaban que el corazón le palpitase de emoción.

REÚNETE CONMIGO DETRÁS DE LA CAPILLA

DE LA ENCRUCIJADA AL ATARDECER.

TENEMOS QUE HABLAR. CARTILIA.

Apenas distinguía las letras con aquella luz tan tenue. No tardaría en anochecer. Había entregado la medicina del doctor e iba a ver si Aristo se encontraba con Diana.

La calle principal de Ostia estaba casi desierta a aquella hora. Solo quedaban uno o dos esclavos bebidos, que deambulaban tratando de adivinar dónde vivían. Lupo apretó la espalda contra la columna cuando pasaron un par de vigiles con antorchas: uno llevaba un gran odre de agua colgado a la espalda; el otro, una gruesa estera de cáñamo enrollada sobre los hombros. Lupo sabía que su trabajo era patrullar por la ciudad para evitar los delitos y, sobre todo, los incendios, que resultaban especialmente peligrosos durante el invierno, cuando los braseros, las lámparas de aceite y las teas ardían en todos los hogares.

Los hombres pasaron sin verlo, y el niño sintió que una lenta sonrisa le iluminaba el rostro. Había echado de menos la emoción de la caza, de volverse invisible, de observar a las personas que creían estar solas.

Cuando los guardianes doblaron la esquina, Lupo corrió sin hacer ruido por la oscura columnata hasta que llegó al final. Luego, como si fuera una sombra, bajó rápidamente los tres peldaños y se escabulló por el foro. Avanzó hacia la capilla de la encrucijada agachado y se alegró de llevar sus silenciosas botas nuevas.

El espeso resplandor morado del crepúsculo cubría la ciudad. Lupo vio una vela amarilla que parpadeaba en alguna parte del santuario y las siluetas negras de dos cipreses que se alzaban detrás. Un mirlo lanzó un gorjeo de advertencia en medio del aire frío. El niño percibió el aroma a madera quemada típico del invierno.

Cuando estaba a punto de dirigirse a la parte trasera de la capilla de mármol, tropezó con algo y cayó al suelo.

Apenas podía ver la negra figura que yacía junto al muro.

Con mucho cuidado, estiró la mano y la tocó.

Era el cuerpo de un hombre.



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