Lord Thorn necesita una esposa by Bethany Bells

Lord Thorn necesita una esposa by Bethany Bells

autor:Bethany Bells [Bells, Bethany]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-29T00:00:00+00:00


Capítulo 6

Thorn gimió, surgiendo lastimosamente de un sueño profundo.

Por él, no hubiese despertado jamás. No era que estuviese disfrutando de algún recuerdo bonito o de alguna aventura memorable inventada por su mente, como le ocurría a veces. De hecho, si había habido imágenes, las olvidó al momento, porque se disiparon muy rápido.

Era solo que el dolor de cabeza resultaba demasiado grande. Enorme. Tenía la impresión de que un martillo gigantesco golpeaba una y otra vez dentro de su cráneo, sin pausa ni piedad.

¿Dónde estaba? Thorn miró a su alrededor y bizqueó intentando orientarse. Era un dormitorio, eso estaba claro. ¿El de la marquesa, en Rosegarden Park? Sí, exacto. Había entrado pocas veces allí, pero reconocería en cualquier sitio el tallado del dosel de la cama, siempre le había parecido magnífico, pese a odiar a su propietaria. Y él estaba allí acostado.

¡Demonios! ¿Acaso él y lady Peony…? Pero no, algo así no podría pasar ni siquiera en la peor de sus pesadillas. Además, lady Peony llevaba años muerta, recordó de pronto, con inmenso alivio. Y él seguía vestido, aunque le habían quitado las botas y lo habían tapado.

A la luz de la lámpara de la mesilla vio a Rosalynn.

Estaba al otro lado de la gran cama, medio recostada en la cabecera, con las gafas puestas y un libro abierto en el regazo. Se había quedado dormida leyendo. El camisón se había deslizado, dejando a la vista uno de sus hombros y una estampa maravillosa de sus senos, y estaba encantadora.

La verdad le llegó de golpe al recordar todo lo ocurrido. Claro, había ido a consumar su matrimonio, pese a estar bastante ebrio, y había perdido el conocimiento. Esa impresión daba. Menudo ridículo. Claro que, no sería la primera vez, se había desmayado en muchos burdeles.

¡Maldito vino! ¡Maldito enfado que lo había arrastrado a beber de tal manera! Pero es que… ¡Un pastor de cabras! «No seas más idiota de lo que ya has sido», se recriminó. Estaba claro que Rosalynn, la virgen Rosalynn, la recién casada pura y casta que se ruborizaba a cada momento, no lo decía en serio. Solo bromeaba, molesta por su propuesta.

¿Por qué, entonces, le habían sentado tan mal aquellas palabras? ¿Por qué seguían reconcomiéndole en su interior?

¿Y a qué venía preguntarlo?

Lo sabía, claro que lo sabía: porque de pronto, sentado en el coche frente a ella, se había dado cuenta de que solo pensar en que aquella mujer pudiera de verdad buscarse un amante, uno cualquiera, hacía que lo consumieran por completo los celos.

Thorn, que jamás había sido posesivo, ni había sentido más que un interés puramente lúdico por las mujeres, estaba obsesionándose con esta. La deseaba para él, y solo para él. Y era algo que no podía ser porque no podía soportar la idea de lo que supondría algo así, la contraprestación de fidelidad, lealtad y compromiso.

Era un cobarde, a qué negarlo. Le daba pánico entregarse de ese modo, ante el temor de que luego quisiera alejarlo de su lado, echarlo lejos. Si lo hacía, lo mataría, lo sabía, no podría soportar más dolor del que ya había vivido.



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