El riesgo de proteger a una dama by Nuria Rivera

El riesgo de proteger a una dama by Nuria Rivera

autor:Nuria Rivera [Rivera, Nuria]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-08-12T00:00:00+00:00


Capítulo 7

Había pasado una semana de aquel suceso y, segura ya, en casa de su padre, Evelyn no había dormido una noche entera desde entonces. Se levantaba inquieta, llorosa, y daba vueltas y vueltas por su alcoba, algunas veces; otras, acababa vencida sobre el diván y revivía hasta el último detalle el encuentro con Trevelyan. En aquel momento efímero vivido entre los dos había creído que lo amaba y ese sentimiento había cristalizado en ella como las cosas naturales de la vida, pero la perseguía día y noche sin poder sacarse la pena de su pecho.

Su padre no entendía qué le ocurría y, preocupado por si la experiencia del secuestro la perturbaba, mandó llamar al médico; este solo dictaminó que tenía nervios por lo vivido, pero Evelyn sabía que era otra experiencia la que la tenía alterada: era el recuerdo de los labios de Trevelyan sobre los suyos, sus manos tocándole el cuerpo, su abandono ante sus caricias.

Había comprendido que su vida jamás volvería a ser la que fue y que perdió el corazón en aquel refugio. En lo más profundo de su alma sabía que se lo había entregado al teniente, su vizconde arrogante e irresistible, y que habían pasado cosas entre los dos, no solo las caricias compartidas, aunque no supiera definirlas bien. Sin embargo, también sabía que lo que ella sentía jamás sería correspondido. ¿Quién en su sano juicio entregaba su corazón a alguien que apenas conocía?

«Solo las jóvenes caprichosas e inexpertas», se dijo.

Le hubiera dolido menos una bofetada, pero que él nunca le reprendiera que se escapara era una espina que tenía clavada.

Sin embargo, nada de aquello importaba, lo había ofendido.

Antes de ir a Londres habían vuelto a Chester y su llegada había causado un gran revuelo en el pueblo. La abuela los recibió muy alarmada; sospechaba que algo les había ocurrido porque Hope había regresado sola a casa y con una silla de montar que desconocía. Al relatarle lo ocurrido ella les contó sus impresiones. Su repentino empeoramiento se debía a que había tomado unas hierbas que la agitaban. Supusieron que Sally había preparado todo aquel engaño, incluso que había manipulado la rueda del carruaje, pero no sabían quién era Wildman, a quien atribuyeron la idea del secuestro y las amenazas recibidas por el coronel.

Algo de luz habían hallado cuando Myrtle llegó a la casa, envuelta en un mar de lágrimas. Su padre estaba involucrado. Al saber de lo ocurrido había ido a entregarse a la autoridad del pueblo. Confesó que, sin darse cuenta, se había ido de la lengua en la casa de juego. Deseoso de que le permitieran jugar, incluso de recibir un dinero a cambio de lo que sabía, relató al grandullón que hacía de vigilante —al que identificaron como el prometido de la doncella—, lo que había escuchado hablar a las muchachas: «que dos hombres venían a escoltarla para llevarla a Londres con su padre».

Evelyn recibió resignada la mirada reprobatoria de Trevelyan, que había censurado cómo ella había destapado, sin saberlo



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