Legado mortal by Mary Higgins Clark

Legado mortal by Mary Higgins Clark

autor:Mary Higgins Clark [Clark, Mary Higgins]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2016-04-05T04:00:00+00:00


32

El día que Peter Benson declaró en el juicio, tres vecinos fieles apoyaron a Betsy en la sala. La invitaron a cenar en casa de uno de ellos, pero ella rechazó la oferta con vehemencia.

—Son ustedes muy amables, pero estoy agotada. Me voy derecha a la cama.

Una vez más, los medios de comunicación se apiñaron a su alrededor mientras se dirigía al coche en compañía de sus abogados. Desde que Peter había abandonado el estrado, Betsy y él no habían intercambiado ni una sola mirada. Sin que Peter se lo dijera, ella sabía que tenía mucho miedo de haberla perjudicado con su testimonio.

Pero ella sabía que estaba de su parte cuando le dijo al fiscal que la quería y que le pediría que se casara con él. Y si me hacen esa misma pregunta cuando me llamen a declarar, tendré que contestar del mismo modo, pensó, porque es cierto. Lo ha sido desde que me tropecé con él en el museo.

Sabía que Peter la telefonearía esa noche. Habían pasado dieciocho meses desde la última vez que hablaron y se necesitaban desesperadamente el uno al otro. Tan pronto como supo que era sospechosa de haber asesinado a Ted y contrató los servicios de Robert Maynard, este le advirtió que no tuviera ningún contacto con Peter hasta que finalizara el juicio.

Por algún motivo recordó el breve período que había vivido en Nueva York cuando tenía poco más de veinte años. Alquiló un apartamento en el West Side, pero luego, cuando comprendió que no estaba hecha para trabajar en una empresa de relaciones públicas, comenzó a estudiar por las noches. Al acabar, la contrataron como profesora en el Pascack Valley y regresó a New Jersey.

Y conoció a Ted.

Durante el resto del camino de regreso cerró los ojos y se obligó a no pensar en lo que ocurriría si la declaraban culpable de asesinato.

Le había dicho a Carmen que no se molestara en prepararle la cena, pero cuando llegó a casa se la encontró allí.

—Señora Betsy, no puedo consentir que no coma nada, y esta mañana me ha dicho que no pensaba ir a cenar a casa de nadie.

—Ya.

Por el aroma a pollo asado, dedujo que Carmen debía de estar preparando empanada, uno de sus platos favoritos. Subió a ponerse unos pantalones y una camisa de manga larga. Como siempre que estaba en el dormitorio, echó un vistazo a su alrededor con la esperanza de averiguar dónde habría escondido Ted la pulsera de diamantes y esmeraldas. Pero, por supuesto, fue en vano. Carmen y ella habían revuelto no solo esa habitación, sino la casa entera buscándola. Más me valdría reclamar a la compañía de seguros, pensó.

Cuando volvió a bajar, Carmen tenía una copa de vino a punto para ella. Se lo tomó a pequeños sorbos en el estudio mientras veía el final de las noticias de las cinco, donde solo hicieron una escueta referencia al juicio. Durante la cena vio las noticias de las seis, en las que Delaney Wright informó extensamente acerca de lo ocurrido en aquella jornada.



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