Las tres piedras mágicas. Los hermanos Nimbus by Cayetano Martín

Las tres piedras mágicas. Los hermanos Nimbus by Cayetano Martín

autor:Cayetano Martín [Martín, Cayetano]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788468522845
editor: Bubok Publishing S.L.
publicado: 2018-05-07T00:00:00+00:00


27. Busc a y hallarás

Panceta. Un intenso olor a panceta fue lo primero que percibió Orus al entrar en la habitación. La cocina de La Granja estaba equipada para aprovisionar a un pequeño ejército. En tiempos de cosecha, servía multitud de comidas para todos los trabajadores. Para ello contrataban a un par de cocineras, las cuales eran las encargadas de que todo estuviera listo. Ahora que la explotación no necesitaba mucha mano de obra, eran los propios dueños de la casa quienes preparaban la comida.

Crámer, delante de un gran fogón, estaba asando este graso alimento; mientras que Cota y Nalia, sentados frente a una gran mesa, estaban degustando su comida. Hasta a Sólem le habían puesto un recipiente con varias tiras de tocino y se relamía satisfecho.

—¡Ya era hora! —dijo Crámer al ver a su hermano—. Después dices que yo soy el dormilón.

A Orus le había costado conciliar el sueño. Las pesadillas le habían importunado durante buena parte de la noche. La mujer de cabellos dorados y gran sufrimiento le había visitado, pero al igual que en ocasiones anteriores no había podido oír lo que le quería decir. A ella la había sustituido el ser oscuro, cuya risa cargada de dolor y odio torturaban al joven hasta que se despertaba.

Habían pasado muchos días de viaje, durmiendo en lugares muy penosos; entre los que se incluía un cementerio, donde se levantaron los muertos, o sobre un árbol en medio del pantano. Tras todo esto, Orus por fin había podido dormir en su dormitorio. Así pues, no es de extrañar que cuando se despertó en su cama se quedara durante varias horas totalmente quieto remolonamente. No le apetecía levantarse y hacer frente a un nuevo día de adversidades, de luchas y de historias pasadas que volvían al presente. Era muy confortable quedarse allí, cálidamente entre las suaves mantas.

El sueño en el que estaba en un tablero de ajedrez y se enfrentaba a temibles adversarios se había repetido varias veces a lo largo de la noche. Descubriendo que él era un peón, un simple peón. La pieza más limitada del juego. Diversos pensamientos pasaron por su mente:

'¿Para que servía un peón?, solo puede avanzar una casilla y ni siquiera puede retroceder.

¿A quién va a amenazar? ¿Cuándo la partida la ha ganado esta figura?¡Nunca!

Las partidas las ganan los caballos, los alfiles, las torres y por supuesto la reina, pero nunca un peón. Son sacrificados sin ningún miramiento, en la mayoría de los casos únicamente están ahí para estorbar el avance de las piezas valiosas o para acabar con un enemigo acorralado.

A menos que el peón termine su recorrido y sea coronado. Entonces esa insignificante pieza se convierte en una figura importante.

¿Quién se reiría ahora de ese peón? ¿Quién no lo temería ahora? Todos lo harán.

Un peón coronado desequilibra la partida notablemente. Así pues, para que un peón sea valioso debe ser coronado, pero ¿cómo atravesar un tablero repleto de enemigos? Caballos, torres, alfiles e incluso otros peones se cruzarán en su camino. Él avanzará ciegamente y obstinadamente, pasito a pasito.



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