Las chicas del gueto by V.S. Alexander

autor:V.S. Alexander [Alexander, V.S.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-07-26T00:00:00+00:00

* * *

Hanna apenas se dio cuenta de que el verano había pasado. No importaba si el calor y la humedad hacían que Briggens House se sintiera como un invernadero, o si el día estaba cubierto por una lluvia torrencial o una densa niebla. El entrenamiento continuó sin interrupción.

Había recibido una carta desde Varsovia, enviada de la dirección de Croydon a Briggens House. La nota era delgada, pero confirmaba que su familia estaba viva y estaba agradecida por eso. Una serie de palabras la golpearon: «Te rogamos que visites a nuestra amiga en Krochmalna». Eso valía la pena recordarlo. ¿Pero a quién?

Ni ella ni Dolores hablaban mucho, preferían mantener sus conversaciones educadas y superficiales. Su compañera de cuarto usaba demasiado maquillaje, un error si estaba asignada a Polonia, y sus modales eran demasiado bruscos para hacerla atractiva para cualquiera, excepto, tal vez, para un confiado soldado de la Wehrmacht. Hanna se preguntó si ese era el objetivo de la SOE para Dolores: una mujer fatal, transformada en una fría y calculadora asesina de nazis. Se estremeció ante la idea.

Incluso se mantenía alejada de los polacos nativos, que habían llegado a Inglaterra como un cuerpo de élite de falsificadores y combatientes. Rita Wright y Phillip le habían advertido que se mantuviera apartada y por eso mantenía con ellos los mismos intercambios que con Dolores.

Hanna a menudo le preguntaba a Phillip cómo le estaba yendo durante el entrenamiento, pero solo aparecía una sonrisa en su rostro juvenil, seguida de las palabras: «Sigue así».

Se cruzó con Rita un día de julio. La mujer pasó junto a ella en el pasillo en penumbra, asintió una vez y no dijo nada. Cuando Hanna la reconoció y miró hacia atrás, Rita había desaparecido, deslizándose dentro de una habitación. Fue la única vez que vio a la agente que la había reclutado en Briggens House.

Sus cursos incluían idiomas, código Morse y aprender a usar el transmisor de radio. Le tomó muchos días acostumbrarse a esta extraña forma de comunicarse y, aunque pasó sus pruebas, los puntos y las rayas se sentían incómodos bajo sus dedos. Practicó muchas noches en su habitación, escribiendo códigos en la parte superior de la cómoda o en su libro de historia alemana. Aprobó fácilmente la parte de idioma de su capacitación: el alemán, el polaco y el yiddish no le costaban trabajo. El instructor le había dado calificaciones aprobatorias en los tres, con una advertencia para que continuara estudiando su alemán, en particular el subjuntivo y los verbos conjugados.

Sorprendentemente, la instrucción en armas y el combate le atrajeron más que el entrenamiento en el aula. Tal vez era un recuerdo del tiempo que pasaba al aire libre en su juventud, corriendo o nadando, cuando podía escabullirse de sus padres. Las horas pasadas en compañía de una pistola Browning en el campo de tiro la emocionaban más que sentarse frente a un transmisor de radio. Estar fuera del gran centro de entrenamiento, al aire libre, fue refrescante. Hanna se imaginó a sí misma en una casa segura en el campo polaco cerca de Varsovia o en Krochmalna, donde creció.

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