Las cajas del Destino by Terry Goodkind

Las cajas del Destino by Terry Goodkind

autor:Terry Goodkind [Goodkind, Terry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1994-06-01T04:00:00+00:00


12

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ichard entreabrió los ojos. La cabeza le daba vueltas. Estaba tumbado boca abajo sobre un frío suelo de piedra. La única iluminación era la parpadeante luz de unas antorchas. No había ventanas en los muros de piedra, por lo que no había modo de saber si era de día o de noche. Notaba un gusto como metálico en la boca; sangre. El joven trató de recordar dónde se encontraba y por qué. Al intentar inspirar demasiado profundamente, notó un agudo dolor en el costado que lo dejó sin respiración. Sentía en todo el cuerpo un dolor punzante. Era como si le hubieran dado una paliza.

Poco a poco fue recuperando la memoria de la pesadilla. Al pensar en Denna se encolerizó e, instantáneamente, el dolor de la magia le cortó la respiración. Fue un dolor tan intenso e inesperado, que dobló las rodillas y emitió un gemido de agonía, al mismo tiempo que trataba de apartar la ira de su mente. Para ello pensó en Kahlan y en el beso de despedida. El dolor desapareció. Richard trató desesperadamente de seguir pensando en Kahlan para no sentir de nuevo aquel dolor. No podría soportarlo; ya había sufrido demasiado.

Tenía que hallar el modo de salir de aquella situación. Pero si no controlaba su cólera no tendría ninguna oportunidad. Entonces recordó que su padre le había enseñado que debía hacer caso omiso de la ira y que, durante la mayor parte de su vida, había logrado controlarla. Zedd le había dicho que, en ocasiones, era más peligroso dar rienda suelta a la ira que contenerla. Y ésa era una de ellas. Había llegado el momento de aprovechar toda una vida de experiencia en controlar la ira. Este pensamiento le dio un hálito de esperanza.

Con mucho cuidado, procurando no moverse demasiado, evaluó su situación. La Espada de la Verdad volvía a estar en su vaina y todavía conservaba el cuchillo y la piedra noche en el bolsillo. Su mochila estaba en el suelo, al lado de una pared, fuera de su alcance. Tenía el lado izquierdo de la camisa endurecido por la sangre reseca, y sentía la cabeza a punto de estallar, aunque el resto de su cuerpo no estaba en mejor estado.

Al volver un poco la cabeza vio a Denna. La mujer estaba cómodamente sentada en una silla de madera, con las piernas estiradas y los tobillos cruzados. Había apoyado el codo izquierdo encima de una sencilla mesa de madera y comía algo de un cuenco que sostenía con la otra mano. Lo estaba observando.

—¿Y tus hombres? —le preguntó Richard, pensando que debía decir algo.

Denna dejó de comer por un instante mientras lo miraba. Finalmente, dejó el cuenco en la mesa y señaló un punto en el suelo, cerca de ella.

—Ven y ponte aquí —le ordenó con voz casi amable.

Con gran dificultad, Richard se puso de pie y fue hasta el lugar que la mujer había señalado. Ésta lo contempló sin expresar emoción alguna mientras él se quedaba mirándola. Richard esperó en silencio. Denna se levantó y apartó la silla con la bota.



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